El éxodo social
“La libertad nunca es dada voluntariamente por el opresor; debe ser demandada por el oprimido”: Martin Luther King
El mundo está observando un fenómeno milenario, en el que se puede observar claramente a ciertos grupos en una situación preocupante y desveladora. Los contextos políticos han marcado las pautas para la polarización social. Las barreras cada vez son más grandes, y del mismo modo, los deseos por buscar mejores condiciones se incrementan en todo el mundo.
El Éxodo es el segundo libro de la biblia, en el que se narra cómo era ejercida la opresión sobre el pueblo hebreo. La esclavitud y la falta de libertad fueron condiciones impuestas por las fuerza y sin ninguna justificación loable. El Éxodo muestra de una manera muy descriptiva como Ramsés persiguió a Moisés, esta situación derivo en que el pueblo hebreo tuviera que salir de Egipto en busca de la tierra prometida. En esta odisea se enfrentaron a un sinfín de adversidades y complicaciones.
La reseña bíblica es una excelente referencia de cómo una y otra vez, alguna clase incrustada en el poder ha ejercido presión a conveniencia sobre ciertos grupos de personas.
Cuando no existe el equilibrio ni los medios de procurar los principios más básicos de la libertad, se genera una polarización muy severa.
En la medida en la que existen este tipo de disidencias dentro de algún pueblo o nación, la violencia se comienza a esparcir, la desesperación comienza a incrementarse, la incertidumbre se apodera de las mentes de las personas y el progreso social se ve profundamente lacerado.
Pero al mismo tiempo inaugura, justamente con la esclavitud y con las riquezas privadas, aquella época que dura hasta nuestros días y en la cual cada progreso es al mismo tiempo un regreso relativo y el bienestar y el desarrollo de unos que a expensas del dolor y de la represión de otros, se dan justificación.
Expresado de un modo más enfático, se puede entender que es normal que a lo largo de la historia se han presentado desplazamientos de numerosos grupos de personas, motivados por la presión ejercida y guiados por la esperanza de encontrar mejores oportunidades.
Ejemplos hay muchos, las proporciones de las dos guerras mundiales, dejan demasiadas reminiscencias, la guerra civil en España, es un ejemplo de las persecuciones y los desequilibrios, Prusia oriental en 1945, en donde el ejército rojo hizo saberle al mundo de lo que era capaz. India – Pakistán en 1947, en donde existió la doble tragedia entre hindús y musulmanes.
De los acontecimientos más recientes podemos recordar lo ocurrido en Siria, en donde una imagen de un niño que perdió la vida, apenas sirvió para conmover al mundo. ¿En dónde queda el sentido común de la humanidad? Por un lado vemos a esos grupos vulnerables, y por otro lado a una clase opresora.
El sentido común demanda una atención real sobre lo que se debe de atender de manera inmediata. Las masas se desplazan, sin embargo, su llegada a otro país genera desestabilidad, tienen que llegar primeramente librados de la persecución, y posteriormente ingresar en términos de ilegalidad en la mayoría de los casos, para después burlar a las personas que pretenden lucrar con su desesperación. Si han librado la travesía de llegar a su tierra prometida, tendrán la posibilidad comenzar a trabajar y establecerse.
Esta realidad no es ajena a México, hace pocos días fuimos testigos de cómo la frontera sur estaba repleta de personas en desesperación. Las medidas que toman los gobiernos, en su generalidad, oscilan en tener cierta apertura, pero al mismo tiempo, marcan líneas de protección en temas de interés nacional.
La situación es como la memoria de un espejo roto, al recordar a todos mexicanos que buscan un mejor futuro en Estados Unidos. Cada sociedad tiene la gran oportunidad de romper paradigmas y hacer cosas que trasciendan y que sean distintas a como están estructuradas.
Uno de los deberes del ser humano, es entender que todos somos ciudadanos del mundo, que las fronteras y las barreras son medidas que son fundadas en el medio, en el temor y en el odio. No se puede ser ajeno ante lo que sucede. Como humanos es menester volver a humanizarnos y sensibilizarnos ante las tragedias de este mundo.
Todos los días, hay modos de ser mejores y hacer algo por alguien, los éxodos nos dejan la reflexión de que la libertad, la armonía y el orden se deben resguardar por encima de cualquier interés superficial o político. La madre tierra es la casa de todos. La soberanía debe prevalecer, pero también la virtud y la fraternidad deben ser ejes.
“El mundo es la suma total de nuestras posibilidades vitales”: Ortega y Gasset