Víctima de la delincuencia explota: “Pinche gobierno”

Si tienen un poquito de vergüenza, Sergio Martínez Castuera y Héctor Benítez López, titulares de (in)seguridad pública estatal y municipal de Aguascalientes, respectivamente, deberían ofrendar sus renuncias a los héroes que nos dieron patria y libertad.

De norte a sur. De oriente a poniente. De las colonias pobres a los fraccionamientos ricos. De los espacios comunes a los territorios “privados”. Del Campestre a residencial Los Pericos (al oriente de la ciudad). De Canteras a Los Bosques. La trasgresión a la ley forma parte de la escenografía citadina.

Las páginas policíacas de los diarios, de los informativos digitales, dan fe de los hechos delictivos en las tiendas de conveniencia, en las farmacias de la botarga, en las calles del centro capitalino, en los centros comerciales, en las ambulancias de la noble Cruz Roja, en las oficinas del Instituto Municipal de la Mujer, en los estacionamientos de Autozone, donde los empleados explican que son hechos “cotidianos” y “normales”.

No existe la política pública de seguridad. El hampa cosecha permanentes éxitos. Está imparable. Luce sus cancerosas entrañas. El Mando Único de Policía confunde la línea de mando y las atribuciones operativas. Es un cero a la izquierda. Naufraga en el océano de la ineptitud. Genera históricos enfrentamientos entre los gobernadores y los alcaldes (pasados y presentes), muy interesados en echarle la culpa al inquilino del palacio vecino por la violencia generada en la selva administrada por los imparables malandros.

Los delitos en sus diversas modalidades se suman al extenso menú encabezado por el robo a casas habitación. El asalto a mano armada a la salida de los bancos. El hurto de automóviles. El robo a comercios, incluida la tienda Liverpool en Altaria. La extorsión. Las personas “levantadas”. El abigeato. Los “cristalazos”, como el ocurrido a Travel Channel mientras grababa documental de Aguascalientes.

Los datos duros explican el encabronamiento de la golpeada sociedad aguascalentense, extremadamente harta de formar parte de la abultada estadística:

Según el Inegi la percepción de inseguridad pública sigue creciendo. En junio aumentó a 47.3 por ciento, desde 46.9 por ciento registrado en marzo; Mérida, Tepic, Saltillo y Durango anotan menor percepción, por ejemplo. Semáforo Delictivo, datos de abril, ubican a la entidad en el casillero nacional 14 en materia de secuestro; en el cuarto lugar nacional en robo domiciliario; en la quinta posición en robo a transeúntes; y en el séptimo peldaño, arriba de la media nacional, en el robo a comercios.

A pesar de la alarmante numeralia, el diputado local Francisco Martínez Delgado deja ver el Alzheimer que padece en fase terminal, al asegurar que la inseguridad “no es tan alarmante”.

Para el legislador federal Jorge López Martín el “tema no se debe politizar”.

Los vapuleados habitantes pueden dormir más o menos tranquilos, los diputados del PAN no se oponen a la salida de Benítez, informa muy orondo el diputado Guillermo Alaniz.

Con mayor seriedad, pero sobre todo, con un alto grado de responsabilidad, otros actores políticos se manifiestan desde la cúspide de la pulcritud: los regidores capitalinos Jennifer Parra Salas y Gustavo Tristán López, se unen a los sonoros reclamos de la comunidad al demandar la inmediata salida de Benítez López.

Desde una visión clara y precisa del futuro electoral —conciente de que la inseguridad pública puede restarle votos en la próxima elección de diputados locales (2018)—, Paulo Martínez López exige reiteradamente la renuncia de Martínez Castuera. Y sí, razón le sobra al dirigente estatal del PAN Aguascalientes.

Mire usted el patético caso del joven profesionista, talentoso trabajador de la industria automotriz, que primero se metieron a robar su casa en el norte de la ciudad, y hace poco, robaron de la cajuela de su coche la computadora y el celular facilitados por la empresa.

La victima, por partida doble, me escribe para relatar el caso. “Pinche gobierno. Ya basta de tanta basura. Escojan bien a sus gobernantes”, concluye a manera de impotente desahogo.

En la cresta de la turbulenta presión, convertida en insoslayable problema, el gobernante no suele tomar decisiones porque supone, indebidamente, que su autoridad se debilita al oír la voz del pueblo; Martín Orozco Sandoval puede ser la brillante excepción a la regla, al sustituir a Sergio Martínez Castuera y Héctor Benítez López, al fin, él decidió nombrarlos al inicio de este año. Next. Los que siguen.

Un millón de habitantes añora la paz y la tranquilidad provinciana, extraviada desde tiempos antepasados, por la falta de capacidad y talento en los mandos policíacos.

Aguascalientes está a la espera de resultados medibles y tangibles del Mando Único de seguridad pública, que hoy es una esperanza fallida. Una ilusión marchita, Una promesa de campaña incumplida. Y una política pública insatisfecha.

Porque alguien tiene que escribirlo: Hasta la próxima.

marigra1954@gmail.com