Violencia femenina / Vale al Paraíso

Primero obtuvieron el derecho a votar. Después lograron el derecho a ser votadas. Ahora regresan a la trinchera para pelear por el respeto político. Del siglo pasado al siglo presente. Ni antes ni después. Simplemente el avance de la democracia en tiempos de equidad.

Apenas el jueves 8 del mes reciente, los diputados al Congreso del Estado de Aguascalientes, aprobaron las reformas a diversos artículos de la Ley de Acceso a las Mujeres a una Vida Libre de Violencia, con el objeto de tipificar la violencia política de género y armonizar el marco legal local con lo dispuesto en el andamiaje jurídico federal, para prevenir, atender y sancionar este delito, que se manifiesta a través de presión, persecución, hostigamiento, acoso, coacción, vejación, discriminación, amenazas, privación de la libertad o de la vida.

El tufo misógino del entonces gobernador Carlos Lozano de la Torre vetó esta reforma —aprobada por la anterior legislatura, según el Decreto 432 expedido por los legisladores y enviado al ejecutivo para su publicación—, pretextando torpemente que el Congreso del Estado no estaba facultado para legislar sobre esta materia.

Un día después, en la sesión ordinaria del cabildo capitalino, la regidora Karla Cassio Madrazo se subió a la cresta de la imparable ola para destacar que en México 2 de cada 3 mujeres vive algún tipo de violencia, perdiendo por este
suceso ocho años de su desarrollo integral.

Las mujeres combaten su pasado y se enfrentan a su presente.

Con el mayor de los gustos, quizás protagónicos algunos, muchas damitas permitieron el atropello del pesado camión materialista masculino y se prestaron a la descarada simulación, al bajar los pesados sacos de la inmoralidad, en lugar de constituirse en los muros de carga del edificio que resguarda sus derechos políticos-electorales, como fue el caso de las famosas Juanitas, dispuestas a solicitar licencia al cargo de elección popular para la asunción inmediata del tramposo caballero.

Algunas otras políticas consideran que pueden matarse pero no se hacen daño; mire usted algunos lamentables ejemplos:

Hace dos entregas cité el caso de la lorenista Margarita Gallegos Soto, quien le propinó un fatal empujón a la lozanista Gabriela Ponce Medina, penosamente despedida en la delegación de Liconsa.

En el lugar de honor de Vale al Paraíso están colgados esos epopéyicos cuadros (comprados en circo parlamentario) que protagonizaron las entonces diputadas María de los Ángeles La China Aguilera Ramírez y Sylvia Violeta Garfias Cedillo, para divertir a la alebrestada concurrencia, mostrar su pobre calidad argumentativa y destacar, con el llamativo color rosa mexicano, cada uno de los jalones de greñas que se endilgaron.

El pleito mediático —llamarlo debate sería un desatino— entre la diputada Paloma Amézquita y la excongresista Anayeli Muñoz Moreno, se distinguió por los aretes de la ridiculez, el anillo de la banalidad y la pulsera de los ataques personales.

La integrante de la bancada de PT-Morena, senadora Layda Sansores San Román, torrente de buenas maneras y finos modales, llamó en las redes sociales “lagartijas y tepocatas”, a las nativas de las zonas indígenas del Estado de México donde perdió el partido de Andrés Manuel López Obrador.

Aunque también existen algunos políticos pasados de lanza. Hacen de la burla su mejor terciopelo para ofender a las mujeres (vivas y muertas), como es el caso de Roberto Tavarez Medina, expresidente del PRI Aguascalientes, que en su cuenta de Facebook escribió: “Si yo fuera él filoso (sic) de Güémez diría, #SiMeMatan pos me muero”, a propósito de la joven de 22 años asesinada en los terrenos de la UNAM y de los odiosos tuits informativos de la PGJ de la Ciudad de México, repudiados por miles de féminas que mostraron su indignación en las redes sociales a través de #SiMeMatan (Metropolitano Aguascalientes, 05/05/2017).

Los datos de la Fiscalía Especializada para la Atención de Delitos Electorales son preocupantes: 141 casos de violencia política de género ocurrieron durante 2015 y 2016.

Al mismo tiempo. Siguiendo caminos paralelos. Las mujeres deben exigir el respeto de los hombres, pero están obligadas a dar el mejor de los ejemplos, a obsequiar el caro relicario del “amor y paz” entre ellas, y a “generar los entornos idóneos para una vida libre de violencia en todos los aspectos”, como propusiera la regidora Cassio Madrazo.

La buena política empieza en casa.

Porque alguien debe de escribirlo: Mario Mora Legaspi, director encargado de El Sol del Centro, se anotó un inmejorable punto al nombrar jefa de Información a la talentosa periodista Laura Elena Rivera Manzanares.

La lealtad a la empresa y el profesionalismo, tarde o temprano, pagan, y muy bien.

marigra1954@gmail.com