Desobediencia civil, segunda parte: @ahumadaroberto
“El mejor gobierno es el que gobierna menos”
En los últimos días hemos visto, grandes movilizaciones, saqueos y un descontento ante la situación difícil y complicada por la que pasa el país, sin duda alguna el tema de la gasolina, fue la gota que derramo el vaso, la debilitada imagen de los políticos ante la sociedad, los exgobernadores involucrados en escándalos de corrupción y por si fuera poco y de manera paralela un alza considerable del dólar ante el valor del peso.
La sociedad en general y cada individuo de este país está en su firme derecho para levantar la voz y criticar al gobierno y a la clase política, está en su derecho de agruparse y considerar medidas de contrapeso para poder plasmar alguna área de oportunidad, sugerencia, opinión o comentario, con la debida presteza del contexto.
Pero la libertad sin conciencia se convierte en libertinaje, esto genera la confusión atroz de que si alguien tiene por convicción saquear una tienda, lo hará, porque piensa que está en su derecho, lo cual lleva a la violencia, al desequilibrio, todos los hombres reconocen el derecho a la revolución, es decir, el derecho a negar su lealtad y a oponerse al gobierno cuando su tiranía o su ineficacia sean desmesuradas e insoportables. Un hombre prudente no dejará lo justo a merced de alzar, ni deseará que prevalezca frente al poder de la mayoría.
Ese tipo de protestas, las que son violentas, las que incitan al pleito, las que promueven el caos por el caos, están condenadas a una existencia valorable, del mismo modo las personas que satisfacen su instinto de falso liderazgo a través de lo caótico.
Por supuesto, no es un deber del hombre dedicarse a la erradicación del mal, por monstruoso que sea.
“debemos interesarnos por nuestro país como si fuera nuestro padre y si en algún momento nos negamos a honrarle con nuestro amor o nuestro esfuerzo, debemos, sin embargo respetarle y educar al alma en cuestiones de conciencia y no en deseos de poder ni de beneficio propio”. HENRY DAVID THOREAU.
La labor del ciudadano debe radicar en la firme consolidación de un amor patrio por una conciencia existencial, en la que se manifiesta la congruencia, no el caos, porque con esta actitud se genera el desarrollo, el estado de equilibrio tiene como esencia el respeto absoluto a los medios naturales e institucionales y con el sublime acto de enaltecer los principios de libertad e igualdad, los actos de hoy serán el legado de las futuras generaciones, en ellas recaerá la posibilidad de hacer las cosas de un mejor modo, pero atendiendo al tiempo presente, nuestros enemigos están entre nosotros, a nuestro alrededor. Difícilmente se podrá encontrar un hogar que no esté dividido porque nuestro enemigo no es otro que la ausencia universal de sensibilidad en la cabeza y en el corazón.
Todo hombre sabe cuándo está justificado, y todos los inteligentes del mundo serían incapaces de darle luz sobre el tema.