Estrategias lúdicas

La política es diálogo, ese dialogo tiene sus reglas del juego. Esas reglas posibilitan compartir significados. Las campañas electorales son un juego regulado por reglas. Se trata entonces que los partidos políticos y sus candidatos, ahora los candidatos independientes, se manifiesten de forma creativa: diseñar y hacer el prototipo de su juego de campaña que armonice con las reglas generales del procedimiento electoral y (con mayúsculas) se acojan a la ética y a la moral.

Los juegos son importantes y es necesario tener conciencia de ellos. La noción de juego desempeña un papel importante en varias teorías estéticas, psicológicas y antropológico-filosóficas, también de la política. En la vida cotidiana representa una forma no sólo de vivir sino de convivir. El instinto de ejercer el juego se explica como una energía biológica sobrante que puede verterse en dos formas: una inferior, que es deporte, y otro superior, que es arte, política, vida social. La actividad lúdica no es una descarga, sino una preparación para la vida. (Gadamer)

El concepto de juego ha sido tratado por algunos pensadores a lo largo de la historia de la filosofía. Para Heráclito es una manera creativa y activa de fundamentar al mundo; puede interpretarse como una filosofía de la acción, del devenir, del juego. Eugene Fink considera: “la eminente esencialidad del juego – que el entendimiento común no reconoce, porque el juego sólo significa para él la falta de seriedad, inautenticidad, irrealidad y ocio – sí ha sido reconocida siempre, lamentablemente. Hegel dice “el juego, en su indiferencia y su mayor ligereza es la seriedad sublime y la única verdadera”. Nietzsche afirma en Ecce Homo: “no conozco otro modo de tratar las grandes tareas que el juego”. El juego es sólo una entre las muchas de las dimensiones de la existencia. De lo que se trata es de restituir el lugar que el juego tiene en la fundamentación, conformación y creación de la realidad social, restituirle al juego su carácter de fenómeno fundamental de la existencia. Sólo a partir de la restitución del juego es posible postular que éste constituya la esencia del ser humano, ya no como ser puramente racional sino más bien como sujeto creador y transformador. Esa es la asignatura pendiente de las campañas políticas, en plural.

El juego de la campaña es la más clara expresión de un deseo de dominio, competencia y triunfo. Se trata de algo libre, pero adjunto a la vida colectiva, por la sencilla razón que crea orden, surgido de la tensión, de las discusiones, de la satisfacción de lo necesario. El juego representa algo, es decir, a la figuración de la realidad. El juego es, por ello, un FENÓMENO POLÍTICO Y CULTURAL. El juego está presente en todas las actividades de la vida colectiva se manifiesta en el Derecho, en la guerra, en el saber, en el arte, en la Filosofía, en la política, sobre todo.

El político “juega” como concepto en tanto que se pone en relación consigo mismo en el “ser otro”. Como un reflejarse. Otra vez Gadamer: no se trata de que haya unos “jugadores” que hagan posible el juego, sino más bien que el juego hace posibles los jugadores. Se llama procedimiento electoral.

Una campaña electoral se ubica en juegos de estrategia y juego democrático. Se le conoce como “Ciencia de Conflictos”. Se trata no de luchas, sino de oposición entre varios contendientes. En este caso las reglas están previamente determinadas; además que la política, es estos casos, permite las reglas impuestas en cada caso por la situación y circunstancia.

El juego, en principio, es siempre una confrontación con otro ente, es decir, es un hecho del mundo social-político, tiene un horizonte comunitario. La lección de Gadamer: no existe juego en solitario, ya que para que el juego sea posible, es preciso que exista otro jugador, esto quiere decir que el jugar no sucede sin apoyo en el mundo exterior.

El juego político electoral es una acción libre, en la medida en que los políticos y los candidatos se entregan a él de manera espontánea; el juego es una actividad autorregulada; va acompañada, por de tensión, incertidumbre y alegría. Además la conciencia de ser de otro modo que en la vida corriente. Es posible postular que el juego es un ensayo de vida, es siempre un suceder aclarado significativamente, es una ejecución vivida que termina por fundamentar la existencia. Así se hace el patrimonio del pueblo que construye la política: las instituciones, un entramado de normas y regulaciones. Por ello, el verdadero sujeto del juego no es el jugador, sino el juego mismo, al jugar se consume un tiempo y un espacio real. La fiesta de las campañas electorales es el tiempo propio del juego, no acepta aislamiento porque es comunidad para llevar las voluntades políticas a la causa.