De Política una Opinión: El difícil camino del empoderamiento de la sociedad mexicana
La vida de las personas y de la sociedad sucede a través de innumerables procesos en los que intervienen y se combinan, simultáneamente, una serie de factores. Los objetivos y los intereses y/o principios de acción -que se desprenden de los valores-, guían los procesos, que, a su vez, crean fuerzas que se conjuntan para llevar a cabo las acciones que hacen realidad las metas propuestas. Los resultados obtenidos son, precisamente, las ‘resultantes’ de la combinación de las fuerzas puestas en juego, siendo las hegemónicas las que tienen mayor incidencia para que se den determinados resultados.
En el panorama de nuestra sociedad mexicana observamos tanto los procesos como las resultantes. Cada vez es más frecuente que cuestionemos los resultados; sin embargo, todavía nos falta mucho para llegar a modificar los elementos de esos procesos que son los que generan esos resultados, motivo por el que dichas resultantes se siguen repitiendo.
Uno de esos procesos en que el país está en notable batalla es el del empoderamiento de la sociedad. La inercia histórica es muy fuerte, y continúa pesando para conservar un esquema político y de gobierno en que el gobernante se muestra como el único facultado para ejercer el poder, mientras los ciudadanos y la sociedad deben permanecer pasivos y subordinados.
La batalla se da, por lo tanto, entre ciudadanos que, francamente, observan y rechazan las deficiencias y errores de los malos gobernantes, y éstos, que usan su poder para ocultar, o para tratar de justificar, o para buscar exonerar tales deficiencias y errores, sin importar de qué se trate. Son dos conjuntos de valores-principios, intereses y objetivos distintos que están en fuerte pugna, y que se manifiestan en el proceso de empoderamiento que vive la sociedad.
La resultante que esperamos suceda es, exactamente, que la sociedad se empodere frente a los gobernantes -teniendo la última palabra-, y que el gobierno se subordine a la sociedad. Ciertamente, podríamos pensar que este objetivo de la sociedad parece una utopía, que, como tales, no suelen darse en las sociedades, razón por la que tendríamos que recurrir a la ‘resignación’, tratando de que el poder político -en su ‘desquite’ por la pretendida osadía de la sociedad- no termine por aplastar la movilidad de los ciudadanos.
Este cuadro de la pugna lo percibimos cuando algún gobernante, descubierto por algún ciudadano, reacciona negando y descalificando lo que se dice de él; los ejemplos son incontables. Es en este punto donde también percibimos la eficacia del proceso que la sociedad debe seguir en caso de que se decida a lograr su empoderamiento.
¿Por qué decir ‘en caso de que se decida a lograr su empoderamiento’? Porque todavía no es mayoría la cantidad de ciudadanos que están inconformes con la forma de hacer gobierno que llevan a cabo muchos gobernantes; es decir, todavía son muchos los ciudadanos que siguen respaldando el equivocado y antisocial empoderamiento de esos gobernantes, y la pasiva subordinación que fomentan los beneficios recibidos de los gobiernos paternalistas y populistas.
¿Cuáles han sido las acciones ciudadanas que contribuyen al empoderamiento de la sociedad? Considero que este proceso social va lento y está costando mucho trabajo a los ciudadanos, por la gran resistencia que oponen esos gobernantes, pero está avanzando al generar cada vez mayor conciencia cívica en los mexicanos y pérdida del miedo a denunciar. La idea fuerza, o valor político de gobierno que debemos seguir, consiste en que los gobernantes existen porque se deben a la sociedad, y su trabajo es llevar a cabo una acción de servicio público que se llama gobierno. Este valor político ya es una realidad en muchos países, incluidos los latinoamericanos -no sólo los europeos- como son Chile, Argentina o Brasil, por lo que también los mexicanos podemos lograrlo.
Algunas de estas acciones para el empoderamiento de la sociedad son las siguientes, aunque puedan parecer menores: la defensa de ambientalistas del Malecón Tajamar en Cancún; el amparo de la Suprema Corte de Justicia de la Nación para el consumo recreativo de la mariguana; el retiro de la iniciativa del Senador Omar Fayad que pretendía criminalizar la crítica en las redes sociales; la renuncia del director general de la Comisión Nacional del Agua por el uso familiar de helicóptero de la dependencia; la denuncia por el uso de bienes del Gobierno del Estado de Aguascalientes para beneficiar a los candidatos del PRI, que llevó a que el Gobernador del Estado fuera calificado como delincuente electoral por el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación; el descubrimiento en los Estados Unidos del fraude ambiental de algunos vehículos VolksWagen, etcétera.
En estas denuncias ciudadanas las redes sociales han tenido una importante participación, a diferencia de los medios tradicionales de comunicación; este sector de la sociedad, los medios, es, tal vez, de los más atrasados en su propia transformación y modernización social para contribuir a un mejor desarrollo político y democrático. La vinculación medios-gobierno tiene todavía mucho efecto en la inhibición del empoderamiento de la sociedad: prefieren respaldar a los malos gobernantes que apoyar el empoderamiento de los ciudadanos (tienen centrado su beneficio en estos gobiernos, más que en la sociedad).
Entre los varios factores que intervienen en este proceso, destaco dos: la transparencia y la movilidad ciudadana. Es claro que lo que buscan estos gobernantes es que ‘las cosas no se sepan’, ya que es la condición necesaria para que sigan haciendo el gobierno de esa forma. El segundo factor es indispensable, ya que sin el ‘eco’ de los ciudadanos para rechazar a los malos gobiernos y sus responsables, la denuncia no tendría mayor efecto -con la ayuda de los medios de comunicación-.
Consecuentemente, es importante combinar la exigencia de transparencia en las acciones de gobierno y la rendición de cuentas, con la manifestación expresa de rechazo a la corrupción y a la impunidad. Es el difícil camino para el empoderamiento de la sociedad.