De Política una Opinión: Ser y hacer lo que proponen, reto de nuevos gobernadores
En el hoy de México la sociedad vive una notable decepción de la clase política y los gobernantes; no obstante la movilización de algunos actores que están haciendo un fuerte llamado de atención para hacer conciencia del rumbo que llevan muchos gobiernos en su dinámica cotidiana, pareciera que la reacción en general muestra un desánimo, indiferencia y fastidio.
Es una apatía capitalizada por gobernantes que, debido probablemente a los conflictos de interés en que están atrapados y se mueven, deciden manejar dicotómicamente dos planos de acción, uno el de la imagen ‘bonita’ ante los ciudadanos, y, el segundo, el de la retroalimentación encubierta de los intereses particulares que atienden. El efecto que observamos, consecuentemente, es el de que no se resuelven los graves problemas del país, y las necesidades siguen siendo ‘administradas’.
Este es el panorama que enfrentan los nuevos gobernadores de estado que iniciaron su gestión gubernamental en días recientes. El elemento central del contexto de decepción se puede resumir en el punto, trillado, de que ‘no logran sostener con efectividad lo que ofrecieron’: dijeron una cosa y están haciendo otra. El reto, por lo tanto, también se puede enunciar de la siguiente manera: ser y hacer, sistemática y metódicamente y sin excusas ni pretextos, lo que propusieron en su mensaje de toma de protesta del cargo. Este reto sería lo que, poco a poco, iría dejando atrás la decepción política de los ciudadanos.
Para este análisis, consideremos tres nuevos gobernadores: Jaime Rodríguez Calderón, Silvano Aureoles Conejo y Francisco Domínguez Servién. En Nuevo León, El Bronco Rodríguez presenta una alta expectativa de resultados: es el primer candidato independiente que gana la elección de gobernador, que ha expresado que jubilará a los partidos políticos y no utilizará los medios nacionales de comunicación.
Del mensaje de toma de protesta de El Bronco tomo algunos puntos del ser y hacer como gobernador: “Cada día estaré atento a entender qué les duele, qué les preocupa, y lo haré mío… Quiero que se sientan orgullosos de mí y de mi trabajo… Cuando dijimos “la raza paga, la raza manda”, fue para recordarnos a todos lo más sagrado que tiene la democracia: la idea de que el poder reside en el pueblo… Habíamos dejado que el poder público perdiera su única razón de ser: procurar el bienestar de nuestra gente… Nos necesitamos los unos a los otros para construir las soluciones que el estado demanda… Hay que mandar a volar la idea de que los políticos están por encima de la gente.
Hay que bajarnos los humos y dedicarnos a sacar la chamba que ustedes nos confiaron… Hoy les digo claro y fuerte: se les acabó la fiesta a los bandidos… Voy a ser siempre sincero y responsable con ustedes. Por eso nunca he ofrecido las perlas de la virgen ni cosas irracionales… Diputados: a diferencia del pasado, a partir de hoy actuarán en total libertad… Alcaldes: donde haya carencias, no veremos colores sino soluciones… El acompañamiento ciudadano no será de dientes para afuera, será organizado…” (Gobierno de Nuevo León, en la red).
En Michoacán, Silvano Aureoles propuso: “Habrá cero tolerancia a la corrupción y actuaré con plena transparencia y rendición de cuentas… La base del actuar de mi gobierno será la transparencia… Queda atrás la falta de coordinación y desconfianza con las autoridades de la federación… Comenzaremos poniendo la casa en orden… En mi gobierno no habrá encubrimientos ni tolerancia a la corrupción para nadie… Garantizaré el estado de derecho, la seguridad de sus bienes y la integridad de sus familias… Necesitamos lograr que nuestras instituciones locales, de procuración de justicia y seguridad pública, sean plenamente confiables… Aquí están solo los mejores… No me lavaré las manos diciendo que la seguridad del Estado es tema que compete a la federación… He señalado con plena convicción que seré un Gobernador demócrata…” (Agencia Quadratín, en la red).
En Querétaro, Francisco Domínguez expuso lo siguiente: “Esta sociedad espera un gobierno honesto, franco, profesional. Se lo digo claramente: Lo tendrán… Gobernaremos con el ejemplo. Anuncio que hemos integrado un gabinete con los mejores queretanos. A todas y todos ellos les puse una condición. Les ordené que presentaran sus declaraciones patrimoniales, de conflictos de interés y de impuestos. No hay cargos sin transparencia… Mandemos un mensaje contundente a México: Hoy, desde Querétaro, comienza la renovación profunda de la ética pública de la nación…
Esta administración no perseguirá a sus críticos. Los atenderá. Esta administración no limitará la libertad de expresión. La profundizará… No me va a temblar la mano. Lo digo fuerte y claro: Con la tranquilidad de los queretanos no se juega… Quiero un Querétaro en donde todos seamos iguales. Iguales ante la ley. Iguales ante las oportunidades. Iguales ante el porvenir… Atenderemos a todos. Lo digo con absoluta convicción: Nuestra mayor responsabilidad es con los que menos tienen…” (Tomado de AM de Querétaro, en la red).
Estamos, por lo tanto, ante los escenarios de desenlace de las palabras a los hechos: la congruencia y la consecuencia las podremos observar en el actuar de los nuevos gobernadores. Podremos constatar si son políticos que engañan con los discursos, o políticos que muestran en sus discursos lo que son; sabemos que las apariencias no se sostienen, y tarde o temprano, el gobernante enseña de qué está hecho.
Hoy en México, la credibilidad en las instituciones políticas está, lamentablemente, abajo; y muchos gobernantes parecen indicar, con sus actitudes, que no les preocupa ni les importa. La indiferencia de muchos ciudadanos ante circunstancias que estamos viviendo debe ser movida para pasar a la participación: no es posible quedarnos en la sola palabra del gobernante, que hoy tiene baja credibilidad. La recuperación de la confianza en los gobiernos, aunque parezca insolente, pasa por la comprobación de la información que emite la propaganda gubernamental.
Es camino difícil, pero necesario para la recuperación de la credibilidad.
Por: Abelardo Reyes Sahagún