La caja del recuerdo, tradición que obliga
Mario Granados Roldán/Vale al Paraíso.-Tal y como lo anticipé, en exclusiva para los lectores de este portal, el regiomontano Esaú Garza de Vega renunció a la Sedec y se fue a representar a México en la Consejería Comercial de ProMéxico, con sede en Australia. Servidas damas y caballeros. Ni hablar. Dios nos lo dio. Dios nos lo quitó.
Después de la vanidad, viene la obligación, pasemos al tema de hoy…
Pesa menos que lo que vale. De 40 a 60 kilos. Carga la historia de México de más de un siglo. Desde la época del presidente Porfirio Díaz. Desde los años de los abuelos. Desde los días de los padres. Desde las horas de los nietos. Desde el naciente Hijo del Ahuizote, el periódico editado por los hermanos Flores Magón.
Esa caja del recuerdo, mejor conocida como organillo, se compone de 40 piezas, entre teclado, rollo de madera con minúsculos picos de latón, fuelle, guarnición, sinfín, engrane, chumacera, rastrilla y el zanco para apalancar el aparato. Posee 44 notas de cuatro silbatos que funcionan al jalar el aire con la manivela. Cada rollo emite ocho piezas musicales de dos minutos de duración.
Las pianolas se fabricaron en Berlín y desembarcaron por el puerto de Veracruz entre 1870 y 1884, por disposición de la empresa Wagner y Levien. La más antigua se localiza en la ciudad de México. Suma 140 años de existencia. Tiene 24 flautas y 27 violines
Sus leales operadores, los hombres y las mujeres que todavía se dedican a este hermoso y noble oficio, forman parte de una tradición que se niega a morir, a pesar de que en la década de los sesenta del siglo pasado, el entonces regente Ernesto P. Uruchurtu, intentó quitarlos de la escenografía capitalina.
El número de organilleros ha venido disminuyendo. Cada día se ven menos trabajadores en el Distrito Federal, que recorren con su uniforme y gorra color beige, las zonas del Centro Histórico, Polanco, la Condesa y Chapultepec, con aparatos del siglo antepasado, incluso, algunos manufacturados en 1885.
Las canciones de siempre. Las inmortales. Ahí están. La tarea de las y los organilleros es darles ritmo y cadencia con la manivela, porque de lo contrario, las canciones se escucharían distorsionadas. Miles de parroquianos disfrutaron de “Las Mañanitas”, “Cielito lindo”, “Las golondrinas” y “El rey”, durante los días recientes de feria sanmarqueña. Pero como todo en la vida, el repertorio también se actualiza con melodías de Vicente Fernández, Armando Manzanero, Juan Gabriel y los Beatles.
Aunque los organilleros deberían incursionar en los terrenos de la grilla —menos purísima y más huisachera—, para ampliar el menú musical, con piezas dedicadas a las y los políticos de escaso o mucho estirpe; por ejemplo, “Huelen a leña de otro hogar” (versión cumbia), para María de los Ángeles La China Aguilera y Lourdes Dávila Castañeda, tránsfugas del PAN; “Tramposo soy yo”, para el mil veces multado PVEM; “La chancla que yo tiro no la vuelvo a recoger”, para José Luis Alférez, ex diputado por el PRI; “Con el año y medio que me queda por vivir”, para los integrantes de la administración lozanista; “Me estás oyendo inútil” (versión reggaeton), para Mario Luis Ramos Rocha, jefe del prensa de la parroquia tricolor.
También pueden incluir “Mujeres divinas”, para Nora Ruvalcaba Gámez, dirigente estatal de Morena; “Por unas cuantas monedas traicioné”, para Alejandro El Taco Bernal, ex secretario particular del entonces gobernador Luis Armando Reynoso y actual subsecretario de Gobierno; “Una pálida sombra”, para Arlette Muñoz, la candidata abandonada por el PAN en el II distrito; “Extraños en la noche”, para Goyito Zamarripa; “La vida es una tómbola”, para López Obrador, organizador de rifas para obsequiar candidaturas de Morena; “Sol sin rayos”, para el PRD; y “Pollito infeliz”, para los seguidores del humillado América.
Hoy, la caja del recuerdo es tradición que obliga.
Porque alguien debe de escribirlo: En el Fideicomiso de Inversión y Administración para el Desarrollo Económico del Estado la vida es más sabrosa. Luce sus mejores galas para salir a vender 175 mil metros cuadrados de un predio rústico denominado Gigante de los Arellano, localizado en el Rancho Montoso, para destinarlo a un “desarrollo inmobiliario”. La subasta pública fue anunciada en el Periódico Oficial del Estado de Aguascalientes (edición de 4 de mayo 2015, páginas 7 a 12).
Si usted rompe el cochinito y dispone de un capital contable mínimo de 100 millones de pesos, en el caso de personas morales, y 50 millones de pesos, en el caso de personas físicas, está calificado para entrarle al negocio del siglo XXI.
Para calentar los ánimos, el mismo día que se publicó la Convocatoria, el gobierno estatal difundió un comunicado de prensa en el que publicita el auge de la industria de la construcción de vivienda, “al doble en el último año”, según la información proporcionada por Alfonso Barba Aceves, presidente de la Canadevi (Líder Empresarial, 04/05/15).
El común de los mortales desconoce la postura inicial de la subasta, salvo que disponga de 3 mil 500 pesos para comprar las bases y enterarse de esas y otras pequeñeces. Raro manejo. Porque en la venta de las dos cadenas nacionales de televisión, por parte del gobierno federal, los mexicanos conocieron el precio mínimo de la adjudicación.
¿Cuál será el destino del dinero recaudado? ¿Para qué se utilizará? ¿Cuándo se aplicará? No lo sé. El gobierno nada informa. Los diputados guardan silencio. Están muy entretenidos en las campañas electorales.
Coda: Como si el remodelado edificio del PRI Aguascalientes fuera una sucursal del estadio Jalisco y el directivo tricolor una copia pirata del inadaptado barrista del Atlas, Mario Luis Ramos Rocha agredió física y oralmente al periodista Carlos Romo Medina, porque tuvo el atrevimiento de ingresar al inmueble durante el acto inaugural presidido por César Camacho.
“Que te salgas güey, no puedes estar aquí”, le ordenó el descerebrado jefe de prensa del PRI estatal al director de este portal, de aguzados.com, al tiempo que lo aventaba violentamente hacia la puerta.
La nata del poder priista de la aldea miraba atónita la escena, pero ningún político VIP —de esos que acostumbran organizar desayunos o comidas con motivo del Día de la Libertad de Prensa— se atrevió a intervenir, para ponerle un alto a Chayo Luis, que ya aflora el nerviosismo causado por la derrota electoral que cargarán a cuestas los candidatos de su partido el próximo 7 de junio.
Atrás quedaron los tiempos en que la sede del PRI era La Casa del Pueblo, como lo llamaban los viejos militantes, integrantes distinguidos del renovado Museo de Cera, donde la represión es la bandera que corona el remozado edificio.
Cada partido político tiene el jefe de prensa que se merece.
marigra@telmexmail.com