Los reporteros-comunicadores: entre los empresarios y el gobierno
En los últimos meses hemos venido observando, con sorpresa, cómo se ha venido deteriorando apresuradamente la imagen del Presidente de la República, Enrique Peña, y de su gobierno, como no había sucedido desde la primera mitad de la presidencia de Ernesto Zedillo (quien, después de que su partido perdió las elecciones intermedias en la Cámara de Diputados, pudo ejercer el gobierno con relativa estabilidad, ayudado de la nueva mayoría de oposición, lo cual ahora –después de las elecciones del próximo 7 de junio-, tendrá sus notables diferencias).
El deterioro de la imagen del actual presidente, tiene dos líneas causales: la primera es la publicación en algunos medios de comunicación, de información que muestra elementos de conflictos de interés, de corrupción y de carencia de ética política. La segunda línea, tal vez la más preocupante por lo que implica, es la pobreza de inteligencia política en el manejo y resolución de los problemas mencionados (no es casual la expresión señalada en la Revista The Economist, de que ‘no entiende que no entiende’).
Es, por lo tanto, en el sector de los medios de comunicación, en donde se ha ubicado, de manera significativa, la fuente del pronunciado deterioro de la aceptación del presidente de la república por los ciudadanos (las mediciones realizadas por algunas empresas, dan cuenta numérica del declive). Quiere decir que la valiosa actividad de investigación periodística de algunos reporteros y comunicadores ha tenido una gran aceptación en la sociedad, y, por supuesto, no en las esferas gubernamentales, debido al claro efecto negativo de imagen (ya que no es suficiente con publicar información de la Auditoría Superior de la Federación, o de los órganos de fiscalización estatales, siendo necesario hacer los seguimientos correspondientes hasta publicar los nombres de los responsables, y el destino que tienen).
El ambiente que viven los reporteros-comunicadores de los medios de comunicación es, ciertamente, difícil. En el desempeño de su trabajo se encuentran presionados por tres factores: el primero es su formación personal y profesional. En sus estudios universitarios –en el caso de quienes hayan tenido la oportunidad de hacerlos-, recibieron información y formación relativa a su actividad profesional y a su cualidad ética, debido a que en las aulas se conoce y estudia el gran sentido de la función social de la comunicación, y el ambiente tal cual es, con sus cualidades, defectos y corrupciones.
El segundo factor es el de sus empresarios y jefes, quienes frecuentemente llevan al practicante o al recién egresado, a que acepte que una cosa estudiar la carrera de comunicación e información, y otra la ‘práctica’ que se hace de ella. La resultante es muy sencilla: el reportero-comunicador debe ‘acoplarse’ a las indicaciones del empresario-jefe; en caso de no hacerlo, se le hace ver que puede buscar otro trabajo.
En este punto es necesario hacer una diferencia del tipo de empresario: cada concesionario de radio y televisión, o empresario de medios impresos, establece con claridad la forma como va a manejar la información. Para algunos, la información no será su fuerte, aunque tengan noticieros, ya que todo medio electrónico, por lo común, tiene barras informativas; para otros empresarios, el manejo de información sí será fuerte. En este punto abrimos dos renglones: quienes dan preferencia a su relación con el gobernante, por encima de cualquier cosa; y quienes manejan la realidad como referente preponderante para la información –que son los muy escasos entre todos-.
El tercer factor que influye en el desempeño del trabajo de los reporteros-comunicadores que trabajan con información de gobierno, es el mismo gobernante. Con este tercer factor en juego, el reportero-comunicador termina por encontrarse ‘entre la espada y la pared’, ya que es directamente en su ejercicio profesional, donde también actuarán tanto su empresario-jefe, como el mismo gobernante. Por un lado, se encuentra el ‘ya sé que no aplauden’, y, por el otro, el empresario-jefe que da preferencia a su ‘buena’ relación con el gobernante, y que maneja la ‘autocensura’ con toda aquella información que ‘lo pueda hacer quedar mal’ con el gobernante.
¿Cuál es la respuesta del reportero-comunicador en este triple escenario? Lo que podemos observar, por lo general, es que se maneja en un doble plano: por un lado, realiza su trabajo de búsqueda de información, aunque tenga que incomodar al gobernante, y, por el otro, se da cuenta de que determinada información que lleve a la redacción de su medio, ‘no va a pasar’.
¿Cuándo se percibe que los factores del empresario-jefe y del gobernante se juntan? Cuando algún reportero-comunicador es despedido de su trabajo, por manejar insistente y sistemáticamente, información que expone ante la opinión pública irregularidades, conflictos de interés, corrupciones, ineptitudes, etcétera, de un gobernante, que han ‘colmado’ la paciencia del empresario.
Para identificar estos casos, es importante tomar en cuenta dos puntos: el primero es que el motivo real del despido de un reportero-comunicador, no será la incomodidad del gobernante; el segundo es que el empresario-jefe debe cuidar el motivo laboral y legal del despido, con el objeto de que el despedido no encuentre recurso de impugnación.
El caso ya conocido del despido de la periodista Carmen Aristegui de MVS, considero, representa claramente el manejo del esquema expuesto. Las investigaciones realizadas por su equipo de trabajo y la publicación de los resultados, no sólo pusieron en aprietos al Presidente Enrique Peña, a su esposa y a su gobierno, sino que pusieron al descubierto la forma de ser y de actuar del gobernante, al grado de que –algunos así lo consideran- por su incompetencia política –que no en su astucia del engaño- difícilmente podrá recuperarse de la circunstancia hasta el último día que ocupe el puesto.
¿Por qué decir que el gobernante influyó? Porque se ha manejado con el poder del dinero –así ganó la elección-. En el futuro podremos ver si la empresa MVS recibirá ‘premio’ por haber sacado del aire a una comunicadora altamente incómoda para el gobernante.
De Política una Opinión: Abelardo Reyes Sahagún