Opiniones 

El reto de la sociedad mexicana ante el pacto de impunidad

En la vida de la sociedad mexicana estamos observando eventos, que, en principio, no debían haber sucedido de esa manera; además, advertimos, que aunque esos hechos muestran irregularidades, muchas veces apuntadas por los ciudadanos, constatamos que ‘no pasó ni pasa nada’, y, todavía más, siguen repitiéndose.

Es oportuno recuperar, nuevamente, la entrevista que Deutsche Welle hizo al académico e investigador Edgardo Buscaglia, donde señala elementos que deben ser considerados por la sociedad civil mexicana para lograr, si no erradicar totalmente, si disminuir sensiblemente la vigencia que tiene el pacto de impunidad en nuestro país. El académico explica que desde hace años ha venido señalando que en México existe el pacto de impunidad, y se inicia entre políticos gobernantes, y llega hasta la proliferación de grupos de la delincuencia organizada, con el efecto de la violencia contra la sociedad.

En la entrevista, Buscaglia señala que, en ese contexto, existen sectores de la sociedad civil que se benefician con contratos con los gobiernos, y con ayudas sociales, lo cual dificulta que la sociedad se movilice contra los gobernantes corruptos; la participación de la sociedad, dice, debe darse como lo han hecho otros países, organizándose y ejerciendo presión sobre los congresos de legisladores. Recuerda de manera particular, los casos de Italia y Colombia, donde en el primero dos tercios del Parlamento fueron procesados penalmente por vínculos con grupos criminales, y en el segundo, fue un 63 % de los legisladores, con figuras de todos los partidos.

Es importante, por lo tanto, conocer y profundizar el funcionamiento del pacto de impunidad, y los mecanismos que utiliza, tanto entre los mismos políticos y gobernantes, como con la sociedad; de ahí la necesidad de destacar la reciprocidad que existe entre la sociedad y el gobierno, aspecto que la sociedad debe atender para encontrar una vía de organización y acción. La reciprocidad la podemos explicar como correspondencia entre una y el otro; el punto de partida de la correspondencia, estudiado en la ciencia política, consiste en que a una sociedad democrática y honesta, le corresponde un gobierno igual. Por el contrario, a una sociedad antidemocrática, autoritaria, y corrupta, le corresponderá un gobierno igual.

Es difícil sostener la relación entre gobierno y sociedad cuando deja de existir la correspondencia. Un gobierno antidemocrático, autoritario y corrupto no se sostendrá con una sociedad democrática y honesta; de la misma forma, un gobierno democrático y honesto no se sostendrá con una sociedad antidemocrática y corrupta. La conclusión es delicada, porque implica directamente el comportamiento de la sociedad.

Es conclusión delicada, porque la tendencia que mostramos, como sociedad, frecuentemente es a separar idea y resultados; es decir, por un lado, y por lo general, consideramos que estamos bien y que lo que hacemos, lo hacemos bien, y, por supuesto, no tenemos problemas de corrupción (otros son los corruptos). Y, por otro, la realidad con sus resultados, nos exhibe las delicadas deficiencias que vivimos, y que los objetivos frecuentemente se frustran, precisamente, por no hacer las cosas bien.

El panorama se complica enormemente, cuando el esquema de la conclusión lo llevamos al plano de los gobernantes; los informes que nos dan, configuran escenarios virtuales que son maravillosos, y que nos llevan a separar ideas y resultados, por ejemplo, cuando consideramos el crecimiento económico, la creación de empleos, el combate a la pobreza extrema y el hambre, el desarrollo del bienestar social, de la salud y de la educación (de cada 100 alumnos que inician la primaria, son 18 los que están egresando de las universidades; la atención médica pública programa operaciones quirúrgicas urgentes para el paciente, para dentro de tres o cuatro meses; los compromisos en Aguascalientes, como son la terminación del tercer anillo, los centros de convenciones, el nuevo Hospital Hidalgo, el distrito de riego, la renovación vehicular del transporte público, etcétera, todos han sido anunciados como compromisos cumplidos).

Un punto de la reflexión es, como sociedad, hacernos unas preguntas, ¿identificamos el pacto de impunidad entre gobernantes?, ¿hemos percibido o detectado, alguna vez, cuando un gobernante pretende manejar con los ciudadanos el pacto de impunidad? (recordemos un elemento central del pacto, que consiste en el ‘te doy -cualquier cosa- para que te calles’; el ‘callarse’ se traduce en ‘dejar hacer, dejar pasar’, y ‘no digas nada’ de irregularidades, ilegalidades y la presumible corrupción que ‘olemos’ en obras que realizan algunos gobernantes).

El pacto de impunidad es útil, consecuentemente, para que, aun trascendiendo a la opinión pública determinada irregularidad, no tenga ninguna consecuencia sobre el gobernante que la hizo (a excepción de cuando algún gobernante busca ejercer venganza sobre otro). Algunas señales de la vigencia del pacto de impunidad, son los siguientes asuntos en que observamos que se cubren unos a otros: la contratación de mujeres para servicios sexuales que hizo el dirigente del PRI en el Distrito Federal; la negativa para que la ex esposa del ex gobernador del Estado de México pueda ver a sus hijos; la licitación de la obra pública del tren rápido México-Querétaro, entre otros casos.

El reto de la sociedad para erradicar el pacto de impunidad que se da entre políticos, consiste, básicamente, en dos aspectos: evitar participar de cualquier forma en el pacto que pueda pretender algún gobernante; y, segundo, en evadir y superar el bloqueo que imponen, -en los hechos-, algunos gobernantes, para que la sociedad no se entere o no le dé importancia a las irregularidades que cometen.

Los estudiantes del Instituto Polítécnico Nacional están ‘atreviéndose’ a desafiar y a ponerse ‘al tú por tú’ con los gobernantes de la república (lo que no significa una falta de respeto ni insulto); es lo que hicieron los familiares de los estudiantes de Ayotzinapa con el presidente de la república, al decirle que no se retirarían del lugar, hasta que firmara los acuerdos. Es, considero, lo que la sociedad mexicana debe hacer, ya, con los gobernantes.

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