La amistad de Mamá Rosa con Marcial Maciel

Vivían en condiciones infrahumanas. Confinados estaban. El abuso sexual florecía. Los golpeaban. Ingresaban al Pinocho, una especie de celda de castigo. Dormían en camastros deteriorados. Consumían alimentos descompuestos. La ración era escasa. El olor a orines y excrementos lastimaba las fosas nasales. Liendres, chinches y cucarachas formaban parte del zoológico. La basura se apilaba. Sumaba toneladas.

Estaban rodeados de muebles oxidados. Ataúdes apolillados. Purificadores inservibles. Costales de maíz roídos por las ratas de cuatro patas. Baños insalubres. Cobijas perforadas por el uso y el tiempo. Las imágenes televisivas impactaron.

Una vez más se comprobó que todos tenemos una vida pública, una privada y una íntima. Las 150 denuncias presentadas ante la Procuraduría General de la República permitieron ingresar a la vida íntima del Imperio construido por la octogenaria Rosa del Carmen Verduzco, Mamá Rosa, poderosa directora de La Gran Familia, el albergue donde convivían 138 adultos de hasta 40 años y 448 niñas y niños desamparados; algún día brilló la señora por su trabajo y pulcritud, recuerdan testigos de primera mano.

La discusión pública se nutre por los actos de fe sobre su inocencia, derivados del conocimiento personal de Verduzco, y la agresiva forma como se dio la detención en Michoacán, escribe el periodista Raymundo Riva Palacio, en su texto Los secretos de Mamá Rosa: la historia jurídica está por escribirse. Lo que aún es incierto desde un punto de vista sociológico, es qué pasará con los secretos de Mamá Rosa.

La acalorada discusión pública sobre su figura y sus probables responsabilidades penales ocultan una vieja historia conocida en las élites zamoranas…

Mamá Rosa, recuerdan historiadores que la conocieron, comenzó a recoger, proteger y alimentar a niños que encontraba en las calles de Zamora y las comunidades cercanas, con lo que empezó hace 66 años el trabajo social que fue abruptamente interrumpido esta semana. En los años 80 y 90, una vez consolidado su albergue, algunas señoritas católicas a ultranza de la alta sociedad, le llevaron el producto de sus pecados. Mamá Rosa recibió los hijos no deseados de esas élites que, además, no podían ser reconocidos como una obra fuera de matrimonio.

Mamá Rosa los recibió y fue acumulando con absoluta discreción todo el inventario de perversiones de una sociedad de extremismo religioso que mantuvo en silencio cómplice los orígenes de algunos de los niños que fueron recibidos en La Gran Familia, y por el cual también esa élite del valle michoacano pagaba mensualmente una compensación por su remordimiento. Zamora, como cualquier sociedad donde el conservadurismo es ley, vivió sus transgresiones. Durante años tuvo una de las zonas de tolerancia más famosas del país -la más grande y concurrida del viejo territorio cristero-, y los gobiernos vieron en el albergue una válvula de escape…

Durante décadas, Mamá Rosa sirvió como equilibrio social en la región, poseedora de los secretos de las clases más pudientes y poderosas, con más que perder si alguna vez se supiera qué era lo que escondía como un tesoro prohibido. La historia de estos años sobre el origen de algunos niños quizá nunca se sepa. Quedará sólo en la cabeza de la confesora de las pasiones prohibidas y los actos castigados por Dios (El Financiero, 18/07/2014).

La vida de Rosa del Carmen está íntimamente ligada a la biografía del pederasta Marcial Maciel, el abominable fundador de Los Legionarios de Cristo, quien fue uno de los primeros benefactores de La Gran Familia.

Según Reporte Índigo, Maciel y Verduzco “se habrían conocido en Cotija cuando ella estudiaba para graduarse de maestra y se preparaba religiosamente con la intención de convertirse en monja. El joven sacerdote fue su mentor en formación religiosa. Ella le confesó su deseo de formar un albergue para los niños abandonados. Él vio con buenos ojos la idea así que le ofreció apoyo y pagó la renta de la vecindad en donde el internado se ubica”.

El sacerdote habría gestionado apoyos con los gobiernos municipales a cambio de que los niños fueran formados en la religión católica para después ingresar, en calidad misioneros, al Sagrado Corazón y la Virgen de los Dolores, organizaciones que manejaba Maciel Degollado en Michoacán. Más de 60 menores al cuidado de Mamá Rosa se incorporaron a los legionarios como seminaristas, destaca el trabajo de investigación de Jesús Lemus (sdpnoticias.com17/07/ 2014).

La Gran Familia o el infierno en vida.

Porque alguien tiene que escribirlo: Consciente de que su palabra carece de la mínima credibilidad, Añayeli Muñoz Moreno, diputada del PVEM, optó por la graciosa huida en lugar de la apasionada entrega, al solicitarle a la legisladora número 28 de la XLII Legislatura, Kate del Castillo, que saliera al tercio para fundamentar la prohibición de los animales en los circos.

Desafortunadamente, la también actriz no se presentó a la reciente sesión del Congreso del Estado de Aguascalientes, pero mandó un segado y discriminatorio video para transmitirse en la función de cine parlamentario, a la que sólo le faltó la pecsi y las palomitas… de maíz, claro.

Muñoz Moreno, destacada aficionada a la crueldad en las corridas de toros, se sublevó. Tuvo arrestos, eso sí, para arrebatarle la palabra y gritarle al presidente de la Mesa Directiva, Eduardo Rocha (PRI), su primo hermano político, a quien pretendió exhibir, quizá humillar, por el supuesto desconocimiento que éste tiene de la legislación que norma la vida interna del Congreso. También se destacó como una excelente alumna de la escuela Garfista, rica en estridencia, pero opuesta al peace and love de los integrantes del Grupo Parlamentario del PRI.

La opinión de: Mario Granados Roldan/Vale al Paraíso

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