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10 razones por las que la Iglesia Católica rechaza las Sociedades de Convivencia

Aguascalientes, Junio 30 (2014).- El Obispo de la Diócesis Local, José María de la Torre Martín, dio a conocer esta mañana la postura y las razones por las que no aceptan la unión de dos personas del mismo sexo, el comunicado sobre las mal llamadas ‘bodas gay’ según el documento, aclara las cusas por las que es inadmisible la legalización de uniones entre homosexuales como lo están demandando cada vez más los mexicanos.

La primera causa de acuerdo con el jerarca, es porque faltarían al deber de pastores, ya que la Iglesia católica enseña que el respeto hacia las personas homosexuales no puede en modo alguno llevar a la aprobación el comportamiento homosexual ni la legalización que buscan grupos de homosexuales principalmente, sin embargo, aclara que hombres y mujeres con esas tendencias deben ser acogidos con respeto, sin discriminación.

En segundo término; el bien común exige que las leyes reconozcan, favorezcan y protejan la unión matrimonial como base de familia, reconocer las uniones homosexuales o equipararlas al matrimonio, significaría no solamente aprobar un comportamiento desviado y convertirlo en un modelo para la sociedad, sino ofuscar valores que pertenecen al patrimonio común de la humanidad.

La tercera de las causas, refiere que las parejas matrimoniales cumplen un papel de garantizar el orden de la procreación  seguridad, afecto y educación de sus hijos, y son por lo tanto de eminente interés público, el derecho civil les confiere y les deberá seguir confiriendo un reconocimiento institucional, solido e inconfundible, las uniones de homosexuales no exigen una especifica atención por parte del ordenamiento jurídico, porque no cumplen dicho papel para el bien común.

El cuarto argumento, manifiesta que es falso que la legalización de las uniones entre personas del mismo sexo, fueran necesarias para evitar que los convivientes, por el simple hecho de su convivencia homosexual, pierdan el efectivo reconocimiento de los derechos comunes.

Por el contrario, otorgarles tales supuestos, constituiría una grave injusticia pues llevaría a sacrificar el bien común y el derecho de la familia, con el fin de obtener bienes que pueden y deben ser garantizados por vías que no dañen a la generalidad del cuerpo social, indica la quinta causa.

La sexta razón, señala que la sociedad debe su supervivencia a la familia fundada sobre el matrimonio, la consecuencia inevitable del reconocimiento legal de las uniones homosexuales, es la redefinición del matrimonio, el cual se convertiría en una institución que, en su esencia legalmente reconocida, perdiendo la referencia esencial a los factores ligados a la heterosexualidad, como por ejemplo, la procreación y la educación.

El séptimo indica que en el caso de que se proponga un proyecto de ley a favor de la legalización de la uniones homosexuales (bodas gay), el legislador católico tiene el deber moral de expresar clara y públicamente su desacuerdo y votar en contra. “Conceder el sufragio del propio voto a un texto legislativo tan nocivo del bien común para la sociedad es un acto gravemente inmoral”.

Si todos los fieles están obligados a oponerse al reconocimiento legal de las uniones homosexuales, los políticos católicos lo están en modo especial, según la responsabilidad que les es propia, sentencia la octava razón en tanto que la novena, es clara en señalar que “la familia es la célula primaria y vital de la sociedad…porque constituye su fundamento y alimento continuo mediante su función al servicio a la vida, por tanto todo cuanto le acontezca tendrá una igual repercusión en la sociedad.

Finalmente, se hace énfasis en que la homosexualidad y las sociedades de convivencia, son temas tan complejos que requieren un trato muy delicado por parte de los medios de comunicación, “tocarlos superficialmente e irresponsablemente y/o electoralmente, no representaría ninguna forma de progreso, sino de retroceso como lo demuestra la historia con la decadencia de todos los grandes imperios que socavaron su patrimonio más valioso”.

Les recuerdo que calumniar, difamar o mal informar sobre este fenómeno moral inquietante y por demás preocupante, causaría graves consecuencias en nuestra sociedad y desprestigiaría el servicio informativo que ustedes prestigiosamente realizan y pondrían en entredicho las casas editoriales que representan, concluye la postura la cual habrá que señalar, no dio oportunidad a los reporteros a que formularan preguntas sobre el particular.

 

 

 

 

 

 

 

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