La construcción de ciudadanía y la conducta política de los gobernantes
En estos días conocimos dos resultados de estudios de la forma de ser de la sociedad mexicana: uno de ellos fue el Informe País sobre la Calidad de la Ciudadanía en México, trabajado por el Instituto Nacional Electoral, antes IFE; el otro, la Encuesta Nacional de Calidad e Impacto Gubernamental 2013, ENCIG, realizada por el Inegi. Ambos documentos presentan las características de lo que somos, que nos marcan, a su vez, las diferencias con lo que queremos ser, y, también, con lo que ‘decimos que somos’.
En los resultados encontramos puntos clave de la ciudadanía que estamos construyendo y que somos. En las conclusiones generales, el informe del INE destaca lo siguiente: “El Informe País muestra que México se encuentra en un complejo proceso de construcción de ciudadanía que se caracteriza, en términos muy generales, por una desconfianza en el prójimo y en la autoridad -especialmente en las instituciones encargadas de la procuración de justicia-, la desvinculación social en redes que vayan más allá de la familia, los vecinos y algunas asociaciones religiosas y, en general, desencanto por los resultados que ha tenido la democracia”.
Por lo que respecta a la Encig, el Inegi resume el documento de esta manera: “El promedio de satisfacción (muy satisfecho o satisfecho) de los servicios públicos básicos y bajo demanda a nivel nacional fue de 49 por ciento… Esta encuesta arrojó que la corrupción se ubica en el tercer lugar de los problemas que preocupan más a los mexicanos, con 48.5%, y solo detrás de la inseguridad y delincuencia que alcanzó el 70.4% y el desempleo que registró un 51 por ciento”.
Cuando conocemos informaciones como éstas, ya provengan de instituciones nacionales o de otros países, la respuesta que dan hoy algunos gobernantes, suelen ir en varias líneas: nosotros estamos haciendo bien nuestro trabajo; los problemas que existen se deben a las administraciones anteriores -aunque ya lleven en funciones casi cuatro años-; y, en caso de no poder eximirse de responsabilidad, dicen que son los primeros en tal cosa, o los últimos en tal otra, según convenga.
Las reacciones anteriores tienen un común denominador: disociar los problemas que viven las sociedades, de las acciones que realizan como gobierno. Significa que, en ocasiones, ni los gobernantes ni los gobernados, observamos las relaciones y las implicaciones que tienen tales resultados en sus causas, razón por la que los primeros tienen la opción de permanecer indiferentes.
Tampoco significa que los gobernantes sean los causantes directos y únicos de los problemas que vive una sociedad; sin embargo, la pregunta es ¿qué relación tienen los gobernantes con los asuntos que vive la entidad? La respuesta es sencilla: al ser los operadores de miles de millones de pesos en programas de gobierno en todos los sectores, van realizando una determinada configuración de sociedad. Además, otro punto fundamental -que en ocasiones se pasa por alto- es la conducta política de los gobernantes, ya que ésta se convierte tanto en buen ejemplo como en malo para los ciudadanos, constituyéndose, aunque sea sin justificación, en el motivo de determinadas acciones negativas en la sociedad.
Es necesario preguntarnos el porqué de los problemas que tenemos, y, considerar, también, la influencia que tiene en ellos la conducta de los gobernantes; si hablamos de la calidad de la ciudadanía, que incluye, por ejemplo, la vida política y los valores de la democracia, como la participación, la tolerancia, la aceptación de la pluralidad y el disenso, el respeto a las leyes, la credibilidad en las instituciones, la vigencia de la autonomía de poderes, etcétera, en Aguascalientes encontramos datos interesantes. En el Indice de Desarrollo Democrático de México, elaborado por la Fundación Konrad Adenauer, la Coparmex y la Consultora Política Polilat, Aguascalientes muestra una pronunciada caída en su ejercicio democrático (LJA, 10 junio).
¿Cómo explicar esta caída? Recordemos la trayectoria política del actual gobierno del estado: nuevamente partidizar Radio y Televisión de Aguascalientes, interferir en la autonomía del Congreso del Estado, utilizar la procuración de justicia para afectar a un partido político -en lugar de procedimientos prontos y expeditos-, la subordinación de medios de información, la excesiva propaganda gubernamental, el notable retardo en la firma del Acuerdo para la transparencia y combate a la corrupción (que además de incluir a los municipios también debe hacerlo con la administración estatal), por citar algunos casos; son acciones que van acompañadas de la estrategia de aparentar lo contrario, de que son respetuosos del estado de derecho, de la libertad de expresión, de la diversidad política y de la inclusión, y de la transparencia y rendición de cuentas, cuando en los hechos observamos todo lo contrario.
De ahí que la percepción que muestra el resultado de uno y otro documentos, apuntan a que es necesario vincular problemas y defectos de nuestra realidad, con la forma como los gobernantes realizan su trabajo, es decir, con su conducta política; cuando la Encig habla de corrupción, no es aceptable que el gobierno del estado salga con una nota de que Aguascalientes es la entidad con la menor tasa de incidencia de corrupción (LJA, 18 junio), porque es esta conducta, precisamente, la que genera en los ciudadanos desconfianza hacia las instituciones, desconfianza que también menciona el Indice País del INE.
Si queremos transformar nuestro entorno, como lo señala el documento del INE, construir una democracia capaz de ejercer de manera integral los derechos civiles, políticos y sociales, aplicando la Estrategia Nacional de Educación Cívica para el Desarrollo de la Cultura Política Democrática en México, requerimos congruencia en todos los actores de la sociedad, incluidos los gobernantes.
La construcción de ciudadanía, por lo tanto, está directamente relacionada con la conducta política de los gobernantes, quienes no tienen la opción de mostrar un discurso político que después niegan con sus acciones; los ciudadanos observamos la congruencia, y, de ahí, tenemos o no confianza. Trabajemos por un mejor Aguascalientes.
Por: Abelardo Reyes Sahagún