Los gobiernos y su relación con los medios de comunicación

El pasado 7 de junio se celebró, como cada año, la libertad de expresión; su celebración hace referencia también a la libertad de otros derechos ciudadanos, como son la libertad de prensa, los derechos de reunión, de asociación, de petición y de participación política. De ahí que resulta fundamental tanto el poner en claro lo que significa para los ciudadanos su aplicación y vivencia, como también el conocer qué idea tienen de esos derechos los gobernantes, quienes con el poder político del gobierno, les dan un cauce legal o ilegal.

La libertad de expresión hoy en día, así lo podemos observar, no sólo tiene implicación entre los ciudadanos y los gobernantes; también están implicados en ella los empresarios y los trabajadores de los medios. La afectación de la libertad de expresión no sólo la hacen algunos gobernantes, sino también sucede en algunos medios, cuando por causas financieras por ejemplo, cambian el sentido del manejo de la información, pasando a ser autocensura.

Considero útil el traer a colación, en estas fechas, un discurso pronunciado por el presidente estadunidense John F. Kennedy, en la ciudad de Nueva York, titulado ‘El presidente y la prensa’, ante la American Newspaper Publishers Association, el 27 de abril de 1961; el contexto del discurso está determinado por la frustrada invasión a Cuba en Bahía de Cochinos, a la que el presidente se negó a darle el apoyo con las fuerzas armadas estadunidenses, y que los sectores duros anticastristas, dentro del gobierno como también los exiliados cubanos, le reclamaron intensamente.

El discurso señala, ciertamente, el ámbito de la guerra fría; sin embargo, la relación del gobierno con la prensa también abarca todos los sectores internos del país, y destaca la parte que los ciudadanos tienen, indispensablemente, para conocer las acciones de gobierno.

Tomo del discurso algunas partes (encontradas en YouTube, con traducción libre, y en el sitio en la red de la Librería JFK con el audio completo http://www.jfklibrary.org/Asset-Viewer/Archives/JFKWHA-025-001.aspx ):

“He escogido como título de mis observaciones de esta noche, ‘El presidente y la prensa’. Algunos podrían sugerir que sería más natural ‘El presidente contra la prensa’. Pero esos no son mis sentimientos esta noche. Mi asunto esta noche es uno más serio, que concierne tanto a redactores como a editores.

“… Me refiero, en primer lugar, a la necesidad de una mayor información pública, y, en segundo lugar, a la necesidad de un mayor secreto oficial. La misma palabra “secreto” es repugnante en una sociedad libre y abierta; y nosotros somos, como personas, intrínseca e históricamente opuestos a las sociedades secretas, a los juramentos secretos y a los procedimientos secretos.

Existe el gran y grave peligro de que una proclamada necesidad por aumentar la seguridad, sea arrebatada y utilizada por aquellos, ansiosos e impacientes, para expandir sus intenciones a los mismos límites de la censura y ocultación oficiales, a lo que yo me propongo no permitir hasta el punto que esté en mi control. Ningún funcionario de mi administración, ya sea de rango elevado o bajo, civil o militar, debe interpretar mis palabras aquí esta noche como una excusa para censurar las noticias, para sofocar el disentimiento, para encubrir nuestros errores o para retener de la prensa y del público, los hechos que ellos merecen saber.

“Existe un sistema que ha reclutado extensos recursos humanos y materiales en la construcción de un tejido hermético, una máquina altamente eficiente que combina operaciones militares, diplomáticas, de inteligencia, económicas, científicas y políticas. Sus preparativos son encubiertos, no publicados; sus errores se entierran, no se anuncian con titulares. Sus disidentes son silenciados, no elogiados. Ningún gasto se cuestiona, ningún rumor se imprime, ningún secreto es revelado.

“Ningún presidente debería temer al escrutinio público de su programa, pues de ese escrutinio surge el entendimiento; y de esa comprensión emana apoyo u oposición, y ambos son necesarios. No estoy pidiendo a sus periódicos el apoyo a la Administración, sino que estoy pidiendo su ayuda en la enorme tarea de informar y alertar a los ciudadanos americanos. Pues tengo plena confianza en la respuesta y el esmero de nuestros ciudadanos, siempre que ellos estén plenamente informados. No sólo no podría sofocar la controversia entre sus lectores, le doy la bienvenida.

“Esta administración se propone ser sincera sobre sus errores; pues, como dijo una vez un sabio, ‘un error se convierte en una equivocación, mientras rechazas corregirlo’. Nos proponemos aceptar la responsabilidad completa de nuestros errores, y esperamos que ustedes den cuenta de ellos cuando nosotros los descuidemos. Sin debate, sin crítica, ninguna administración ni país pueden tener éxito, y ninguna república puede sobrevivir. Por eso el legislador ateniense Solón, consideró que era un crimen que cualquier ciudadano mostrara indiferencia ante la controversia.

“Es por ello que nuestra prensa fue protegida por la Primera Enmienda… no principalmente para divertir y para entretener, no para acentuar lo trivial y lo sentimental, no para dar simplemente al público lo que desea, pero sí para informar, despertar, reflejar, para indicar nuestros peligros y nuestras oportunidades, para indicar nuestras crisis y nuestras opciones, para conducir, moldear, educar, y, alguna vez, incluso encolerizar a la opinión pública.

“Significa, finalmente, que el gobierno, en todos los niveles, debe resolver su obligación de proveerles a ustedes con la mayor información posible, fuera de los límites más estrechos de la seguridad nacional. Nosotros intentamos hacerlo, y, por lo tanto, es a la prensa, la registradora de los hechos del hombre, la guardiana de su conciencia, la mensajera de sus noticias, en la que buscamos fuerza y ayuda, seguros de que con su ayuda, el hombre será lo que nació para ser: libre e independiente”.

Con la alternancia política, hemos observado que unos gobiernos se transparentan y, luego, otros se oscurecen; los errores los conocemos hasta después que dejan el gobierno, porque mientras están, los medios los cubren, o encubren. Busquemos la libertad que queremos.

Por: Abelardo Reyes Sahagún