Lorenzo Zambrano: de México para el mundo

Tan altruista como discreto. Tan importante como sencillo. Tan promotor como desarrollador. Tan visionario como conquistador. Tan arrojado como perseverante. Tan inteligente como reflexivo. Tan analítico como observador. Tan sensible como humano. Tan global como el planeta Tierra. Enfrentó crisis y salió avante.

Lorenzo H. Zambrano fue eso y mucho más.

Nació en la tierra del cerro de La Silla, Monterrey, el 27 de marzo de 1944. Estudió en la universidad de la vida. Se graduó como Ingeniero Mecánico Administrador por el Tecnológico de Monterrey. Y curso la Maestría de Administración de Empresas en la Universidad de Stanford, California.

Creó el Premio al Nuevo Periodismo Iberoamericano Cemex + FNPI, en colaboración con Gabriel García Márquez, y apoyó la Fundación que lleva el nombre del autor de Cien años de soledad.

“Se dedicó paciente y discretamente a formar entre otras cosas, una gran colección de arte, en especial de pintura moderna y contemporánea de la que daba constancia cada año con una tarjeta de navidad, y junto con su hermana Nina fue el principalísimo inspirador del Museo Marco en Monterrey, que en mi opinión es el museo privado de mejor gusto que existe en México”, le escuché decir al emocionado Otto Granados.

Administrado por Cemex, desde 1996, salvó al equipo de Tigres de las penurias económicas, para acordar la donación del 50 por ciento de las ganancias del equipo a la Universidad Autónoma de Nuevo León.

Hizo de la cementera la mina del Oro Gris. Fue nombrado Director General de Cemex en 1985 y Presidente del Consejo desde abril de 1995. Con la empresa de su mano -casi 30 años- traspasó fronteras para posicionarse en América, Europa, Asia, África y Medio Oriente. Comparte el mercado con las poderosísimas Holcim (suiza) y Lafarge (francesa). Da trabajo a 43 mil empleados. Produce en más de 50 países. Tiene presencia en 108 naciones. La capacidad de producción le alcanza para 97 millones de toneladas de cemento al año y genera ventas por más de 15 mil millones de dólares anuales.

Al fin padre de dos Exatec, destaco una de las joyas brillantes de la corona de Lorenzo Zambrano, en su calidad de presidente del Consejo del Tecnológico de Monterrey, de 1997 a 2012: mi hija forma parte de la primera generación de egresados de Bachillerato en el Campus Aguascalientes. Mi hijo se graduó como Ingeniero Industrial y de Sistemas y cursa un MBA en la propia institución.

Para continuar con los asuntos de familia ligados a la emblemática Catedral de la educación vanguardista, retomo el comentario radiofónico matutino de hace una semana de Otto Granados: El Tecnológico de Monterrey no se entiende sin la tremenda contribución de Lorenzo a su crecimiento y desarrollo que lo ha llevado a convertirse en la Universidad más potente de México y América Latina. Como Presidente del Consejo, que fue durante por quince años de esa Institución, Lorenzo estaba realmente involucrado con ella, aportaba ideas, visión, talento, liderazgo y dinero, una combinación de cualidades muy rara en nuestro medio.

Fue justamente Lorenzo Zambrano y el entonces rector Rafael Rangel Sostmann quienes me convencieron de mudarme a Monterrey a fundar un nuevo centro de estudios en el TEC, y los 12 años que pasé trabajando con esa Institución -y espero volver en el futuro-, han sido los más felices profesionalmente.

Es en este punto donde Aguascalientes tiene una deuda con Lorenzo Zambrano, él fue quien dio la luz verde a la petición que yo le hice como Gobernador de establecer un Campus en Aguascalientes, tras muchos años que no abrían ninguno nuevo en el país, y cristalizamos ese objetivo en agosto de 1998, unos meses antes de que yo terminara, cuando él vino a la ciudad de Aguascalientes a la inauguración, luego a un evento que se hizo en la Casa de Gobierno.

Al final de su editorial, en RadioGrupo con Alberto Viveros, Otto Granados propone desde el vértice de la justicia: Me gustaría ahora que el Gobierno del Estado, en mínima compensación, designara, no sé, alguna de las buenas avenidas de la ciudad, o algo equivalente a este gran mexicano.

Quizá, por último, Vale al Paraíso recordar que del brazo del entonces rector Rangel Sostmann, Lorenzo Zambrano diseña un Modelo Educativo centrado en los alumnos, con un uso intensivo de la tecnología y la ciencia. Incorpora cursos de humanidades, ética y la responsabilidad ciudadana. Promueve el desarrollo de competencias personales y la cultura emprendedora. Y consolida la internacionalización de la educación y la investigación.

Nace la Universidad Tec Milenio. Surge la Universidad Virtual. Se abre el Centro Médico Zambrano Hellion de Tec Salud, conformado por la Escuela de Medicina, Centro de Investigación Clínica, Centro de Biotecnología, Centro de Innovación y Transferencia de Ciencias de la Salud, y sus Institutos de Salud.

El número de alumnos pasó de 64 mil 487, en el año de 1996, a 104 mil 197 al término de 2011. Creció su infraestructura: de 26 a 31 Campus, 16 parques tecnológicos, 8 incubadoras de alta tecnología, 25 incubadoras de tecnología intermedia, 16 aceleradoras de empresas, una incubadora virtual y 68 incubadoras sociales.

Lorenzo H. Zambrano descanse muy en paz.

Porque alguien tiene que decirlo: Hace una semana anticipé en este espacio el triunfo de Gustavo Madero Muñoz en las urnas del PAN. Me permito recordarlo sin falsa modestia.

En el queretano Ricardo Anaya, secretario general electo, el blanquiazul tiene un lingote de oro. El talento y la sensatez política del muchacho darán satisfacciones a sus correligionarios. Al tiempo.

Por: Mario Granados/ Vale al Paraíso

marigra@telmexmail.com