Bullicio de las imágenes

Vivimos y padecemos un nuevo mundo, virtualidad de escándalo y espectáculo. Heráclito se revela a cada instante: todo cambia. Decía mi Papá, lo único que no cambia es que todo está cambiando. La mudanza es dínamo de la vida. Es precisamente en el cambio dónde debemos apuntalar, creatividad, talentos, competencias… para que los cambios sean lo más estimados, que contengan valores. Unos de esos cambios los engendró en calidad de monstruos,como se manejan son nuestro gran inconveniente; tienen un aliado: la moda,un arquitecto que ha diseñado y colaborado en erigir unvergelhegemónico del capitalismo. Espectáculo y escándalo se hermanan, se retroalimentan.

Estos elementos del mundo binario engendran un afecto: deseo. Para efectos colectivos se enuncia y satisface de una sola manera: consumo.En ese proceso de derroche actúan y entremezclan pasiones y emociones, dígame Usted si no se manifiesta una incitación por lujos-idad, poder-io,… Espectáculo y escándalo son actores estelares, con prisa y sin pausa. Con justa razón J. Baudrillard dijo: “No hay un progreso continuo en esos ámbitos: la moda es arbitraria, pasajera, cíclica y no añade nada a las cualidades intrínsecas del individuo”. El consumo lo ubica como un proceso no racional, eso sí, de orden social. En esta virtud se manifiesta un camuflado de la voluntad con rostros de deseos.

Hemos perdido parte de la percepción sensual,la hemos abonado a la virtualidad, en la pantalla se esfuman las dimensiones, ¿dónde quedó la contemplación, la escena, el horizonte, el paisaje…? Todos los elementos que fraguan imaginación, creatividad, incluidos los sueños. Ha quedado un personaje excitado, frívolo, disperso, somnoliento, cuyos valores de tendencia le esculpen un rostro de espectáculo con perfil de escándalo.

El libreto ha suprimido lágrimas en favor de violencias, ha borrado misericordias en abono a manipulación, el exacerbado consumo prefigura lo cotidiano y especial. En campañas políticas, en propagandagubernamental, dominan las imágenes humanas que no representan a quienes pretenden representar, son imágenes híper-reales de un espectáculo pornográfico que no motiva al espectador; esafiesta canceló al público como parte del circuito de comunicación. Para ellos es más bella la imagen que la realidad; la simulación se viste de “Transformers”para servir solamente al espectáculo. Todo queda en apariencia, frivolidad, impera la seducción, las fechas de caducidad, es el escándalo de la apariencia y alienación en pantalla, 360 grados, 3D, LED, pixeles…, y contando.

No te ven, no existes. La pantalla es referente del nuevo mundo, el espectáculo hace que la violencia nazca en las pantallas, el odio es violencia simulada. Ver y ser vistos es juego programado de la frivolidad.Ser sujeto de la mirada de los otros es lo de hoy, ser“ingeniosos hidalgos” de 30 segundos, “populares de tramoya mediática”, “tigres de papel” de 15 minutos, con miles de seguidores de “utilería binaria” tan antiguos como el instante que ya pasó. Formas contemporáneas de violencia, situación más sutil que la de la agresión, digamos que se genera una violencia de consenso y de buena convivencia, de regulación psíquica y mediática.

La televisión es ejemplo claro, es gambusina de miradas, tiene el tiempo en calidad de producto formidablemente escaso. Si se emplea ese tiempo “valioso” ($) para transmitir audios e imágenes sobradamente in-substanciales, seguro que esas cosas frívolas son en realidad muy importantes; estoy convencido que sí, en la medida que encubren cosas valiosas (axiológicas), prueba de ello es la cantidad millonaria de personas que son secuestradas por la pantalla y al propio tiempo es su única fuente de información. Las imágenes pletóricas de violencia con calidad de espectáculo y coreografía de escándalono cejan en la reclusión de la sensibilidad del receptor.

El puerto de llegada del espectáculo y el escándalo, sin duda, es la soledad. Soledad fragmentada por datos, notas, rating, éxito instantáneo… Las tecnologías de comunicación e información escriben una nueva narrativa por vía de la fotográfica, casi siempre sin sentido. Twitter,Facebook… autentican(pretende)el presente cuando el futuro inmediato lo hace viejo.

El autor certifica y coleccionasu existencia, comparte (sube) fotos con textos: “tomando una cerbecitakonKamadonsitos… en la plallavronseando el kuerpo… hasiendokultura con la OSA’ma… agustirri con un tequilirri… enganchando el pedo… nakeando en la feria…platurko de virriurka…bandiuxaí-les-ba (soy un chingón)…” La fotografía muestra así un juego vertiginoso, lo real no tiene realidad, la identidad se confunde con la extrañeza. La obertura fotográfica de la cotidianidad-espectáculo des-elabora el mundo, aparece con la falta de sentido estético y mala ortografía, cinismo de incultura.¡Obvio!, mal empleo de talento y tecnología, una pedagogía de la virtualidad aplazada.

Qué pena con mi compadre Sergio Rosales que de la fotografía ha hecho pasión y vida, que ha luchado años para perfeccionar el ojo y el instante y lograr un fascinante mundo estético de imágenes.

 

Por: Ignacio Ruelas Olvera