La cultura nos hace dignos
Hay Maestros de aulas y los hay de la interactuación del día a día. José Woldenberg para mí es un Maestro, no lo tuve en las aulas, pero si en el trabajo cotidiano del procedimiento electoral. Sin duda un Maestro al que se le aprende siempre. Por consentimiento del Rector de la UVM Jorge Ramírez, hace ya tiempo, Woldenberg presentó en el aula Magna Alfonso Esparza Oteo (en honor de un Maestro de este pueblo generoso) su libro “El desencanto”, novela de la democratización académica.
Permite inferir la analogía de otro desencanto, el de la vida intelectual. La pérdida de valores culturales todo indica es irreversible. De la escena se han perdido Maestros, artistas, calidad. La cultura no está del todo en las aulas, pues estas tienen naturaleza de enseñanza, estudio, crítica, pedagogía, todas en partituras y métodos a veces inconmovibles. La cultura debe forjarse en los ambientes de libertad incondicional. Muchos auténticos valores de la vida intelectual han tenido que “tocar base” en las burocracias universitarias o en comercios. Los productos culturales y estéticos han abandonado la vida pública.
El poder de la comunicación enfrenta al poder de la inteligencia. Ambos son importantes, el primero nos dice cómo y qué decir, el segundo cómo resolver problemas. Empero los preocupados deberán ocuparse para no permitir que el escandalo sea la sabia nutricia de la celebridad. Con todo respeto Arjona no es un filósofo, ni un académico, sin embargo se le da más oídos que a José Emilio Pacheco, hace unos días se embarcó enel viaje sin retorno, su poesía es pedagogía de lo que la cultura requiere: regresarle la titularidad a las ideas. Como Pacheco hay muchos evangelistas de la cultura que deberían dirigir el humanismo y deconstruir el poder intelectual. El siglo XXI ya no es un amanecer, es tiempo de luchar juntos contra la inseguridad cultural, contra la incertidumbre pública. Los conceptos de la dinámica social han sido agraviados por lo efímero, intrascendente, la desorientación. En una nuez: hemos permitido el retraso de la calidad democrática.
La comunicación y el mercado llegaron para quedarse, pero no son la caja de pandora, ni el elixir de la vida. Qué bueno, pero se deben atender en su mérito y revisar en las realidad que constituyen, de manera que sean parte y no esencia del mundo de la vida. Las soluciones no están en las redes, ni en las narrativas comerciales… la vida y su mundo están en la información lúcida sobre el conocimiento, el saber,se trata de recuperar la cultura humanista, liberarla del secuestro mediático y dejarla volar en la economía de la cultura. Las chimeneas de este siglo son factorías de la imaginación, los aparadores de los sueños, los “outlet” de la creatividad, los “mall” del pensamiento… si la cultura es emprendedora pues debe tener su lugar de privilegio en la nueva gramática mediático-comercial que es el motor del crecimiento. Lo necesitamos más allá de la retórica política.Sin crecimiento nada somos.
Es cierto, una revolución cultural produce nuevas enfermedades, por ello insisto, se debe apuntalar la pedagogía de la velocidad de la luz que ponga orden. Algo que los políticos, en plural, no han entendido es que esa visión de la cultura como dínamo industrial produce una riqueza competitiva con otras actividades productivas. La cultura está siendo delimitada por la hiper-realidad, en consecuencia por una pornografía que se auto determina como fuerza motriz de la globalización, el lenguaje universal de la técnica, la falta de valores y la cada día más difícil construcción de virtudes.Basta un botón: la desconfianza y el escepticismo a los resultados democráticos, el desencanto de la política, pero sobre todo la confusión de las identidades ideológicas. Solo sobreviven pantallas, redes, mutaciones del lenguaje, pérdida de los esfínteres culturales.
Adorno y Horkheimer a través de la reconocida escuela de Fránkfort,se anticiparon con la reflexión de la cultura en la metáfora de ser industria pero su voz dejó de ser preventiva, llegó la amenaza a la velocidad de la luz. El reto hoy es recuperar la cultura con sus propias gramáticas y como crisol de la libertad.
La pedagogía nueva nacida de la nueva realidad debe ser la biblia de la cultura. Nos debemos los mejores libros, no los más vendidos; meditemos sobre el mundo real y después sobre el virtual y no a la inversa; si la televisión cambió el mundo con certeza servirá a la cultura; la estrategia es para empoderar las ideas por encima de lasimágenes y sus poderes; nuestra deuda es que el arte no tenga como indicador las subastas, la vulgaridad de los precios y el olvido del valor estético; un esfuerzo didáctico para que los productos culturales no sean espectáculo, que sean capaces de animar la contemplación.No es correcto que una pintura de Herrán se vista en segundos turísticos. Aún es posible.
Por: Ignacio Ruelas