Un paso político más deberá ser gran salto democrático

El Constituyente Permanente dio su veredicto a la Reforma Electoral. Es la hora del legislador: hacer posible un tránsito electoral adecuado. Sin duda, se requiere un legislador capaz de re-inventar “las reglas del juego”: la institución. Al IFE según lo establece la minutale toca concretar las reglas para dejar de ser y llegar a ser: la institucionalidad. Serán necesarios conceptos, principios, normas… que empoderen nuevas instituciones. Una reforma electoral no se hace por fácil, es compleja y difícil, ese es el reto. El pueblo espera calidad de la Representación Popular, corazón de la política. La mancuerna es ética y política. El microclima no es la amenaza y peligros de corrupción; la Ley secundaria deberá ir más allá, reto profundo y comprometido. La política no es ajena a la moral, por el contrario, es un compromiso de libertad de conciencia para comportamientos adecuados. El alma de las instituciones está en la calidad del legislador.

Ética y Política e Institución y Ciudadano son dínamo del Estado de Derecho, armas esenciales para la Ley reglamentaria electoral; le ponen freno, límite e interpretación a la coherencia; faculta el ejercicio de libertades de información y opinión; atiende mecanismos de fiscalización;codifica control político y jurídico de la actuación del gobierno; determina premios y castigos electorales. Medios eficaces que deberán ir al fondo del problema. Necesitamos un CAMBIO CULTURAL Y EDUCATIVO sobre naturaleza y fines de la política.

El poder del Estado tiene un límite en los derechos de las personas, el respeto y promoción de los Derechos Humanos. El cuestionamiento ético es sobre los medios legítimos o ilegítimos para conquistar el poder; sobre el populismo y la mentira; sobre el uso del poder público para acrecentar el poder político personal o partidista; sobre la corrupción; sobre el uso de los medios de comunicación; sobre el resguardo al honor y dignidad de las personas; sobre la separación o los límites entre la vida pública y privada, entre otros.

Las leyes no indican qué es lo que debe hacerse en situaciones particulares. Se requiere ética de las virtudes, demanda voluntad y uso de la razón. La prudencia, conecta reconocimiento con voluntad, pensamiento con acción, es conciencia de la situación, saber evaluar y controlar, atender y prever, sin transformarse en oportunista. La prudencia requiere reflexión, evaluación y decisión, en una nuez: SENSATEZ POLÍTICA. El desafío cultural debe operar en la conciencia colectiva a través de la ética de la política, que a su vez es reflejo de la moral colectiva.

La acción electoral es una necesidad moral de nuestra sociedad. Las elecciones son buenas, por ser justas en razón a los principios rectores que la animan, de su forma equitativa y voluntaria para seleccionar colectivamente a los gobernantes. Políticamente: es un proceder reflexivo, responsable y moral de los ciudadanos y de las Entidades de Interés Público, que actúan con miras a la conquista del poder, mediante la vía civilizada: el voto.

Dentro de la ética-política la dignidad es fundamental, está directamente relacionada con conocimiento y gobierno de sí mismo, y el conocimiento y respeto de los demás. El reconocimiento de la dignidad humana expresa equidad, imparcialidad y rectitud, sinónimos de justicia y esencia del deber.

Las instituciones autónomas no están exentas de rendición de cuentas, es un fino hilo que no se debe perder, dar cuentas al pueblo es consecuencia de la intención, el sentido, el comportamiento de valores y principios de gobernantes, también de gobernadosobligados a demandarlas; es el entendimiento de los conceptos que determinan el deber ser social: cumplimiento eficaz y eficiente de las normas y los procedimientos; actuar sin privilegiar ni discriminar a nadie; admitir en los demás una manera de ser, de obrar o de pensar distinta a la propia y a respetar y garantizar ese derecho; dominio y firmeza sobre la conducta. La tabla en la que se dé la discusión, para asegurar sus consecuentes son: Responsabilidad, Honestidad, Tolerancia, Carácter, Equidad, Sentido común, Respeto… el legislador debe rechazar la manipulación de las conciencias; no admitir la hipoteca de la libertad. Nada hay más antidemocrático ni más inmoral.

El deber de los ciudadanos, consiste en acelerar la reconstrucción moral de la vida pública. No caer en el juego sucio del cinismo y la propaganda. La propaganda sirve, también, para demostrar la fuerza civilizada de las ideas; las ideas no son violentas, se violentan merced al uso retórico de la competencia. La ética-política es una combinación equilibrada de resultados, ideales y sentimientos con sentido de responsabilidad moral. La Ley Reglamentaria Electoral debe ser un juego de entendimientos y satisfacciones, requiere voluntad, saber y poder. Diálogo civilizado sin chantajes. La gobernabilidad se gesta en la participación ciudadana comprometida con un diálogo, a condición que sea ético. Llegó la hora de abolir la complicidad del silencio.

Por: Ignacio Ruelas