La gran marcha ciudadana / Ruelas
Aguascalientes, Febrero 13 (2024).- La ética permite a las personas el entendimiento moral de su conducta, la manera como se muestra frente al “Otro”, es garante de la “otredad”. Valora qué y cómo es la manera adecuada o indeseable los comportamientos. Busca los beneficios colectivos y posibilita la vida compartida protegida por las virtudes ciudadanas. En esa línea de reflexión, ciudadanía lleva implícito el concepto jurídico que engendra esa vida compartida en tanto a identidad nacional, sentido de pertenencia, desde luego, la aceptación del marco legal y el impulso por transformarlo cuando no corresponda a las realidades. Es la posición de ser un ciudadano, que construye su sociedad y su ciudad, por ello teje en su favor derechos y obligaciones que lo hacen sujeto de ellos; diseña la cartografía de la autonomía y la libertad como aval del Estado.
El matrimonio adecuado que hacen ética y ciudadanía, fundan el hogar de la ética ciudadana, es decir, las maneras adecuadas para ejercer sus derechos, desde luego, corresponder con sus obligaciones. Son “las grandes alamedas por donde transita” la ciudadanía libre para llegar a la utopía de las virtudes. El Estado no es una masa humana, el Estado es la ciudadanía mancomunada que “motu proprio” participa para dar equilibrio a la sociedad. La obsolescencia dinámica nos dice que la certeza absoluta es que todo está cambiando. En ese sentido hoy nos alcanza la ciudadanía digital; la participación ciudadana por vía cibernética, la Internet, las redes sociales, su objetivo es la construcción de gobiernos con democracia digital con ayuda de las tecnologías de la información y la comunicación. La ciudadanía ingresa a información en línea, misma que el Estado debe garantizar sea adecuada, veraz, indudable, clara…, sin detrimento de la información que los propios medios le permitan. Con ello se traza el polígono de la enseñanza y educación digital, de la participación y la deliberación. En ese mérito la ciudadanía asume la democracia como parte del patrimonio colectivo.
En esa virtud ciudadanía y ética se fusionan para fundar una vida compartida justa, adecuada, deseable… En la “otredad” se ubican las instituciones, es decir, las normas que nos convierten en interlocutores válidos. La vida social no es fácil, ¡claro que no!, se trata de ser responsable del “Otro”, que se cumpla “con la Constitución y las leyes que de ella emanen”. En ese mérito nuestra Nación siendo democrática obliga a ser participativos y asumir conductas y responsabilidades políticas de la sociedad, antes y después de votar en elecciones para elegir gobiernos. Previo, apoyando a las instituciones del procedimiento, de la justicia, de los delitos electorales para cumplir el mandato democrático de que la ciudadanía es quien hace las elecciones, permite el voto y que éste se cuente bien; Posterior, participar con exigencia de verdades para que los gobiernos cumplan con la Constitución y con las Leyes, para que cada día mejoren las políticas públicas, para que se resuelvan los problemas de manera sabia y civilizada, es la manera de formación en ética ciudadana, apostar por la dignidad de las personas. Poner en el centro de la vida social los Derechos Humanos, “alfa y omega” de las personas.
Ética ciudadana y Derechos Humanos son concetos de la dinámica social de gran aliento. Las civilizaciones, como lo podemos corroborar en la historia, más prósperas, mejor organizadas, con excelente vida compartida, son las que han adoptado el mapa de la Ética Ciudadana y los Derechos Humanos. Asumir la responsabilidad del “Otro” es un compromiso de ciudadanía, donde se certifica la calidad de la ventura colectiva. Son pues, los conceptos esenciales del tránsito de valores a virtudes de ciudadanía. A ello aspira México, por ello hoy las organizaciones civiles, que no son pocas, convocan a una “Marcha Ciudadana” el próximo domingo 18 de febrero. El llamado es en cada ciudad, en cada corazón de las ciudadanas y los ciudadanos.
Es el derecho a participar y deliberar, es una manera de hacerse presente más allá de los partidos políticos que los parten. En medio de lo convulso que han hecho la atmosfera social, la PARTICIPACIÓN ciudadana libera los miedos mediáticos sembrados; la DELIBERACIÓN ciudadana fomenta unidad y acuerdos; recuperar LA ESCENA DEMOCRÁTICA es significativo aporte ciudadano; reconquistar la CONFIANZA en las instituciones es un reto democrático. “En la calle codo a codo somos mucho más que dos” es un canto que nos hermana y nos incluye, los grupos vulnerables deberán tener más participación en la política, con ello en las decisiones institucionales.
Es la hora de la ciudadanía, sin ella no hay partidos políticos, la que elige y define quién gobierna, es la que aporta los recursos financieros para que los aparatos gubernamentales funcionen, son los que hacen la institucionalidad, es decir, quienes dan calidad a las instituciones, son quienes podrán impedir la corrupción empoderando con ética ciudadana al Estado mexicano.