Nuevo año / Analogías
Aguascalientes, Diciembre 28 (2021).- 2021 queda atrás, el ayer lo conserva como un año finito. En la memoria de las personas y los momentos vividos. Ya es parte del pasado, no volverá jamás.
El tiempo es el más sabio. Es él quien lleva un registro de todo, del ayer, del hoy y del mañana. Es el recurso más valioso del que disponemos por igual, con independencia de nuestra edad, posición social, raza, credo, orientación sexual, entre otros. Por eso es que debemos apreciarlo, valorarlo por su importancia y trascendencia en nuestras vidas. Lo que un día fue ya no será.
Hay un slogan publicitario que recuerdo con frecuencia, es de una empresa financiera norteamericana, VISA. En los anuncios se muestra a personas disfrutando de viajes, lugares y personas, resume en un punto con la máxima: “Porque la vida es ahora”. Aunque los fines del comercial son el fomentar el uso de una tarjeta de crédito induciendo al gasto, es cierto el mensaje intrínseco, si no vivimos ahora, en estos instantes, ¿entonces cuándo lo haremos? Si esperamos a que las condiciones sean las perfectas para disfrutar, para ser felices, para viajar y vivir experiencias, ese momento nunca llegará.
Cuando somos niños ideamos cómo sería el ser mayores, idealizamos el crecer como algo divertido. Cuando fuimos adultos extrañamos la inocencia, los juegos infantiles, la escuela, los festivales, etc. Nos hacemos de una pareja y nos decimos que seremos felices cuando nos comprometamos y tengamos una familia. Conseguimos unirnos a esa persona, vienen los hijos fruto de esa unión, y seguimos postergando el sentirnos llenos puesto que ahora las responsabilidades cambiaron. Nos contamos que cuando los pequeños sean mayores entonces tendremos el tiempo y la libertad de vivir. Se llega el momento en que los hijos parten de casa y dejan el nido vacío, y algo pasa que impide el hacerse a la mar, a la aventura de pareja madura. Llegan los nietos y con ellos las enfermedades, ahora el factor salud impide o limita gran parte de lo que algún día tuvimos. La historia se repite, en lecho de muerte es cuando vienen los hubieras, los arrepentimientos por postergar esos espacios que tanto anhelamos algún día. Cuando ya es demasiado tarde, cuando ya no hay tiempo, es que se vuelve una deuda pendiente no cumplida.
Bien lo resume el Dalai Lama, líder espiritual del Budismo: “Lo que más me sorprende del hombre occidental es que pierden la salud para ganar dinero, para luego gastar el dinero en recuperar la salud. Y por pensar ansiosamente en el futuro, no disfrutan del presente, por lo que no viven ni el presente ni el futuro. Y viven como si no tuviesen que morir nunca, y mueren como si nunca hubieran vivido”.
¡Qué sabia frase! La ironía del siglo XXI. No se trata de existir sino de VIVIR. Un término que va más allá del respirar, del consumir oxígeno, del alimentarnos, del dormir y procrear. Abarca una amplitud puesto que considera el momento presente como lo único de lo que se dispone. Y el aquí y el ahora requieren de una conciencia plena, de utilizar los sentidos en una cosa a la vez, en lugar de estar alternando entre varias al mismo tiempo.
En casa tenemos prohibido el uso de dispositivos inteligentes mientras comemos y conversamos. Va en sintonía con la idea anterior, es la única forma en que podemos disfrutar de una compañía de calidad, de cuerpo y mente presentes.
Los desarrollos tecnológicos han facilitado la vida en muchos sentidos, pero también ese progreso ha demeritado la atención y la relación uno a uno, cara a cara, que conecta de verdad a las personas. En línea se muestra un alter ego, un modelo que no necesariamente corresponde a la realidad. Las redes sociales, en específico Facebook e Instagram, ofrecen un mundo virtual basado en popularidad de “me gusta”. En esa dinámica de protagonismo, de felicidad superficial y maquillada, se esconden personalidades de inseguridad, de dependencia, de ansiedad y depresión. Una espiral en la que se deja el yo, la individualidad, y se interrumpe el vivir para sí mismo en aras de satisfacer a terceros, de vivir para los demás.
Recuerda que habrás de morir. Ten presente las experiencias que trajo la pandemia durante 2020 y 2021, no tenemos la salud asegurada. Cada minuto cuenta, cada persona también. Es preciso valorar, agradecer, reconocer, pedir perdón y perdonar. Enmendarse a una nueva era, a un nuevo capítulo a ser escrito en nuestra propia existencia. Como ya lo aseveré al comienzo de este artículo: El tiempo es el más sabio de todos.
La Opinión de: César Omar Ramírez de León. Empresario, Consultor en Finanzas Personales e Inversionista en el Mercado de Capitales.