20 de Noviembre, la Revolución en el olvido
“Las masas humanas más peligrosas son aquellas en cuyas venas ha sido inyectado el veneno del miedo…. del miedo al cambio”: Octavio Paz
Las fechas nos hablan, las fechas nos inspiran, las fechas son esa catarsis en el tiempo que engrandece a la historia y a los que la han escrito. El tiempo es aquella dimensión sub creada por el ser humana para tener una métrica de sus acciones, para no olvidar las razones y los motivos que impulsaron a que el presente sea como lo acaba de ser hace dos segundos.
Las revoluciones han sido orquestadas por personas que tuvieron un liderazgo que fue sometido a una lejana justicia. Las revoluciones son inspiradas por los ideales más elevados que el ser humano ha podido expresar más allá de cualquier lengua o símbolo, los ideales de: libertad e igualdad.
Han sido guerras de ideas y batallas de sangre, choque de egos y derrame de lágrimas y sudor frío, también ha sido motivo de libertad y de ausencia, de trascendencia y de obediencia. Nunca nada ha costado nada.
“La libertad, para realizarse, debe bajar a la tierra y encarnar entre los hombres. No le hacen falta alas sino raíces”: Octavio Paz
En esta tierra de promesas, en esta tierra que se otorga a quien la trabaja, se han plasmado las raíces simbólicas de lo que aconteció un 20 de noviembre de 1910. La fuerza y la cosmogonía del momento demandaban que Porfirio Díaz, quien en el pasado había sido héroe dejara el poder que ya lo había convertido en villano.
Las causas positivistas habían recorrido a Europa y se habían tardado en América más aún en México. Pero es muy común que todas las sociedades exploten y se levanten, esa es una de las historias que siempre se han repetido en todas las historias, muy similar al eterno retorno.
Mientras no exista conciencia en ambas dimensiones será muy común que las masas se enfrente a aquellos ostentadores del poder que han faltado a los juramentos de justicia social y de bien común. En esta tierra, en este paraíso de todo, se han visto las valentías de muchos y las ambiciones de muchos más, pero si hay un último antecedente de un reacomodo no solo del poder político sino de un cambio nacional desde mi punto de vista fue la Revolución Mexicana.
“La indiferencia del mexicano ante la muerte se nutre de su indiferencia ante la vida”: Octavio Paz
La revolución mexicana es un acontecimiento que irrumpe en el tiempo, dando cátedra de cómo somos, ostenta la exigencia de verdad y de reclamo.
La grandeza de nuestra revolución se puede apreciar claramente en el Plan de San Luis, en estas letras también se puede apreciar sus debilidades. Las revoluciones comúnmente son ideales para arrancar el poder, pero son carentes en el establecimiento de un nuevo orden.
Indudablemente se carecía de precursores ideológicos, cualquier libro de texto cita a: Andrés Molina, Filomeno Mata, Paulino Martínez, Juan Sarabia, Emiliano Zapata, Eufemio Zapata, Francisco I. Madero, Enrique Flores Magón, Porfirio Díaz, Vasconcelos, Villa, Cabrera, Cárdenas. Pero creo firmemente que los nuevos contextos nos demandan que conozcamos las causas y no la memorización de los nombres, los nuevos tiempos demandan que cuestionemos al pasado con el presente y no solamente la aceptación de una realidad que difumina la muerte y la voluntad de aquellos que han hecho que sus nombres aún se pronuncien con honor.
“Perder nuestro nombre es como perder nuestra sombra; ser sólo nuestro nombre es reducirnos a ser sombra”: Octavio Paz
No podemos olvidar lo que como sociedad nos da razón de existir, tampoco se puede ir dejando en el olvido lo sagrado de la muerte de muchos de nuestros héroes porque entonces nos estaremos arrancando la identidad. La revolución mexicana es un motivo digno de admiración, reflexión y llama a la acción.
Los mexicanos tenemos muchas historias y también tenemos mucha historia por escribir, pero no podemos ser ajenos a la raíces del destino, mucho menos desinteresados al sentir de una nación en la que cada vez existen más desilusionados que hombres libres y de buenas costumbres.
La revolución tiene honor, justicia y trascendencia, no podemos pensar en evolucionar sin revolucionar.