Opiniones Portada rotador 

La engañosa propuesta de gobierno de Donald Trump

Con la toma de posesión de Donald Trump como presidente de los Estados Unidos de América, se formalizó el inicio de la etapa de transformación del modelo económico de la globalización iniciado en la segunda mitad del Siglo XX. Es oportuno decir que no es la relación económica entre los países lo que, de fondo, se cuestiona, ya que en la historia de la humanidad las sociedades han buscado fuera de sus fronteras los bienes y medios de vida que no tienen, sino las reglas inequitativas que siguen aplicándose en esa relación económica, que continúan ampliando la distancia entre las naciones pobres y las ricas del planeta. La salida del Reino Unido de la Unión Europea -que están debatiendo cómo y quién debe llevarla a cabo, al no ser suficiente el referendo ciudadano- fue un anticipo serio y formal de la necesidad de redefinir un nuevo modelo globalizador entre las naciones.

Los elementos que están incidiendo en el proceso económico actual son varios: la creciente migración desde países en vías de desarrollo a los desarrollados; la ‘robotización’ de los procesos productivos, que eliminan puestos de trabajo y aumentan el desempleo; el debilitamiento de la democracia y los gobiernos, al distanciarse de las demandas ciudadanas; los gobiernos que tienen dificultades en lograr relaciones comerciales benéficas para sus sociedades y su economía, entre otros.

Sin embargo, es importante distinguir ese proceso de transformación del modelo globalizador – como lo están apuntando, principalmente, los países europeos-, de la forma como Donald Trump pretende conducir el gobierno de los Estados Unidos y sus relaciones con otros países, particularmente México, amparándose en un falso nacionalismo y proteccionismo. Otra distinción necesaria para tener en cuenta, paralela y simultánea a la línea Trump, es la forma deficiente como el gobierno del presidente Enrique Peña está conduciendo la dinámica, ya que para la sociedad mexicana es más importante dar una respuesta adecuada y contundente a las embestidas del nuevo gobierno estadunidense, que permanecer en la queja de nuestro gobernante.

De entrada, es importante descubrir el engaño que representa el personaje Donald Trump, ahora presidente de Estados Unidos, y su propuesta de gobierno. No percibir sus características, llevaría a equivocar las estrategias de respuesta; centrarse en decir que México no va a pagar ni un solo ladrillo del muro que va a construir, o que, si establece el 20 % de impuesto sobre las importaciones mexicanas serán ellos los que financien su construcción, etcétera, sólo denota pasmo, miedo e impotencia. El enfoque y la visión del gobierno mexicano debe abrirse lo necesario para entender cómo enfrentar con hechos a un gobernante bravucón y bufón, que da claras señales de autoritarismo y dictadura, y que no tardará en comenzar a resquebrajarse cuando la misma sociedad estadunidense se lo recrimine.

¿Cuáles son algunos puntos de la propuesta de gobierno de Trump que se vuelven engaño, mencionados en el mensaje del 20 de enero pasado? Consideremos los siguientes:

“Durante muchas décadas, hemos enriquecido la industria extranjera a expensas de la industria estadounidense; hemos subsidiado los ejércitos de otros países, permitiendo a la vez el triste deterioro de nuestro ejército; hemos defendido las fronteras de otros países mientras nos negábamos a defender las nuestras…”

“Hemos hecho ricos a otros países mientras que la riqueza, la fuerza y la confianza de nuestro país ha desaparecido en el horizonte. Una por una, las fábricas cerraron y abandonaron nuestras costas, sin siquiera pensar en los millones de trabajadores estadounidenses que dejaron atrás…”

“Debemos proteger nuestras fronteras de la devastación provocada por el hecho de que otros países fabriquen nuestros productos, se roben nuestras empresas… Traeremos de vuelta nuestros empleos… Traeremos de vuelta nuestra riqueza…”

“Seguiremos dos reglas sencillas: Comprar productos estadounidenses y contratar trabajadores estadounidenses…”

“estamos transfiriendo el poder de Washington, D.C. y devolviéndoselo a ustedes, el pueblo estadounidense…”

“A partir de este momento, será Estados Unidos primero”.

Queda claro que no podemos tomar al pie de la letra lo que Trump dice, ni prestarle seriedad. La posición personal que pretende imponer, tanto a su gobierno como a la nación estadunidense, es la de víctima, de la que todos han abusado y sacado provecho sin que se haya podido defender. Se muestra ignorante de la historia estadunidense, cómo creció el territorio de su país, cómo se multiplicó su riqueza, cómo alcanzaron el bienestar del que ahora disfrutan, de la imposición de la Doctrina Internacional Monroe, etcétera. Su táctica fue siempre ‘primero Estados Unidos’.

Trump olvida el porqué de las guerras de Korea y Vietnam; de la intromisión en Brasil, Chile y Panamá, o Líbano; de las ocupaciones militares en Irak y Afganistán; o del patrullaje marítimo en el Golfo Pérsico, etcétera. Han sido eventos militares de décadas para la protección de los intereses económicos estadunidenses.

Ahora, la supuesta ‘industria extranjera’ enriquecida de otros países, incluye a las empresas transnacionales estadunidenses que se han asentado en muchos países para aprovechar tres puntos: mano de obra barata, recursos naturales, y condiciones empresariales mínimas con gobiernos débiles o corruptos. ¿Las empresas Trump que están fuera de Estados Unidos, regresarán inmediatamente a su país ‘aceptando el error cometido’?

Cuando habla de que están transfiriendo el poder al pueblo estadunidense, ¿incluye sólo a los que estuvieron presentes en el Capitolio, dejando fuera a los miles de manifestantes de muchas ciudades? Una persona con el historial de agravios con mujeres, con trabajadores, con el fisco estadunidense, no devolverá el poder político a la sociedad, ya que, de acuerdo a su historial, lo usará para seguirse beneficiando a costa, precisamente, de los demás.

Finalmente, Trump es ya una persona con un gran poder que le da el cargo de presidente de Estados Unidos. Cierto, se vuelve temible por la posibilidad de usar irracionalmente el poder y no respetar el derecho internacional. La respuesta de las naciones será continuar en la redefinición del nuevo modelo globalizador, fortaleciendo sus propias economías.