¡Zapata vive, la lucha sigue!

El pasado diciembre tuve la oportunidad de viajar a la hermosa ciudad de Cuernavaca, a su festival de la noche buena, oriunda de la región, y visitando la librería en la entrada de la majestuosa Casa de Cortez, encontré un libro  que me llamó la atención “Zapata de Ángel Palou ” en donde se describe buena parte de la historia del Atila del sur, narra una versión no muy conocida de las andanzas y amistad del caudillo con muchos personajes no tan solo del movimiento revolucionario sino también su amistad con el hacendado Nachito de la Torre ( yerno de Don Porfirio ), sus mujeres, amoríos, sus hijos, así como encuentros y desencuentros con Madero, Palafox, de la O, Soto y Gama, Montaño, Orozco ente otros, mostrando un caudillo de carne y hueso.

En la plaza principal estaba un mitin de pueblos indígenas, con sus discursos incendiarios y motivantes con temas de reclamo social, llamaba la atención los rostros de los congregados con su gesto adusto y decidido, su grito expresivo al unísono de ¡ZAPATA VIVE, LA LUCHA SIGUE!, estuvieron leyendo sus discursos y se retiraron pacíficamente.

Es muy importante en Morelos el legado de Zapata, la gente le sigue guardando una verdadera idolatría, sus historias, sueños cumplidos y no cumplidos, metas y hazañas le siguen permitiendo cabalgar y ser visto por los cañaverales muchas noches de bruma.

A nivel nacional la figura de Zapata sigue presente, a pesar de que las nuevas generaciones –que ya no escucharon a la gente de antes, como les decíamos- quizá sepan cada vez menos de la revolución mexicana, sus inicios, sus metas, sus logros, sus fracasos, sus grandes ganones (hasta les llamaron cachorros); los campesinos ejidatarios se han encargado de mantener la llama, como un recuerdo y un agradecimiento a quien la pensó, se la jugó y vivió su historia de revolucionario, con su investidura de Calpulelque  reclama tierras para sus legítimos dueños y empieza ese gran movimiento del sur al reclamo de “Tierra y libertad, la tierra es de quien la trabaja”; son frases que hemos escuchado toda la vida como un reflejo de reclamo y justicia a los más necesitados en el área rural; los campesinos, un estrato social siempre golpeado y cada vez más en vías de extinción, en 1970 solo quedaban el 25% de los poseedores de la tierra nacional, y cada vez menos, debido a las políticas poco acertadas del campo.

Ya no hay grandes sombreros, huaraches ni camisas y calzón de manta (las liebres blancas, como les llamaron despectivamente en la Soberana Convención Revolucionaria de 1914 ), ya se marcharon con sus grandes bigotes y sus ideales zapatistas, quizá por ahí andan sus nietos, hijos o biznietos, que por siempre seguirán gritando ¡ZAPATA VIVE, LA LUCHA SIGUE! como un mantra, un canto de guerra o un homenaje al gran General Emiliano Zapata Salazar.

Se cumplen 95 años de su sacrificio- solo así pudieron acabar con él- aunque el zapatismo no estaba en su mejor momento, sabían que Miliano tenía un reclamo por demás justo y como la raza mexicana no se iba a doblegar en sus peticiones, ya habían escuchado su respuesta “no entré a la revolución para que me den una hacienda para mí,  sino tierras para repartir”.

No sé, sí se han cumplido sus sueños, o  se cumplieron a medias, si el reparto agrario fue con trampas, con asegunes, si solo fueron prestadas las tierras,  si el reclamo actual “el campo no aguanta más” es justo, solo sé que los campesinos cada vez son menos, que el campo no está produciendo, que el sueño revolucionario de ese personaje de nuestros tiempos no se ha realizado a pesar de que su foto vestido de charro, con su carabina y llamativa espada, la he visto en las oficinas de muchos políticos y líderes campesinos.

Con respeto y admiración a mi General Zapata, en su aniversario luctuoso.

Por: Rosalío Villalobos Reyes

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