Opiniones 

Tlatlaya y Ayotzinapa, ¿el encubrimiento y el engaño, como tácticas políticas?

El informe de la Comisión Nacional de Derechos Humanos sobre el acontecimiento sucedido en Tlatlaya, Estado de México, -no obstante que dicha presentación por parte de su presidente pueda parecer oportunista, debido a las impugnaciones que ha recibido para evitar que el Senado de la República lo reelija en el cargo-, es altamente valioso; ya que nos da los elementos necesarios para comprobar, en este caso, que los gobiernos involucrados están utilizando el encubrimiento y el engaño como tácticas políticas.

El informe señala que la Procuraduría General de la República tardó 85 días en iniciar la averiguación previa por el homicidio de civiles a manos de militares en Tlatlaya, cuando los acontecimientos fueron el 30 de junio del año en curso; además señala que el 5 de julio la PGR tenía los resultados de pruebas periciales que decían que un número reducido de delincuentes había disparado armas de fuego, mientras la mayoría no. Es así que los militares tomaron las armas de los delincuentes y asesinaron al menos a 15 de ellos, incluidos menores de edad.

Otros señalamientos del informe de la CNDH fueron, que la escena del crimen fue manipulada por los soldados, quienes movieron cuerpos para hacer parecer que habían fallecido en el enfrentamiento; que las personas sobrevivientes fueron torturadas para que declararan que eran parte del grupo de delincuentes secuestradores -motivo por el que fueron encarceladas posteriormente-, y así poder validar la versión dada a conocer por la Secretaría de la Defensa Nacional, en aquel día, de que las 22 personas habían fallecido en el enfrentamiento con los soldados.

Es hasta que las empresas de medios de comunicación AP y Esquire, a mediados del pasado mes de septiembre dan a conocer la información de una persona sobreviviente, no encarcelada, de que fueron los militares los que asesinaron a los delincuentes después de que se rindieron, que la SDN informó que se trataba de violación a los protocolos establecidos, por lo que iniciaba una investigación; también la PGR tuvo que informar que abría una averiguación previa por asesinato, acusando a los soldados. De esta manera, las versiones del Gobierno de la República han venido cambiando, en la medida que los medios de comunicación han ido publicando la información de la verdad de los hechos sucedidos, todo lo cual nos permite llegar a que han venido aplicando las tácticas políticas de encubrimiento y engaño.

Agreguemos ahora algunos elementos de la forma como han manejado el acontecimiento de la desaparición de los estudiantes de Ayotzinapa en Iguala, Guerrero, que nos permiten observar también la aplicación de estas tácticas, a pesar de todas las explicaciones que hemos estado escuchando a través de los medios de comunicación: en el informe de los hechos que dio el Procurador General de la República, el pasado miércoles, indica, con datos pormenorizados, los pasos que dieron las policías, tanto de Iguala como de Cocula, con los estudiantes normalistas, en qué vehículos los trasladaron, a qué lugares los llevaron, como fue a la central de la policía de Iguala; también informó que los estudiantes fueron trasladados a un paraje entre los límites de Iguala y Cocula, hasta llegar a la zona de Pueblo Viejo.

En ese informe, el procurador mencionó también que en esa zona se han encontrado fosas clandestinas con restos de personas, y que los peritos de la dependencia, junto con los peritos argentinos, están trabajando para concluir los peritajes. Agregó que han sido detenidas 52 personas, entre las que está la cabeza del grupo de delincuentes Guerreros Unidos, quien ha proporcionado importante información, con la que están abriendo ‘nuevas líneas de investigación’.

La reflexión en este punto es la siguiente: la PGR cuenta con personal y equipo altamente calificado –como frecuentemente nos dicen-; en otras ocasiones, han realizado investigaciones y pruebas periciales que les ha permitido llegar, de manera rápida, a conclusiones probatorias, en casos que para la dependencia y el gobierno han sido importantes; ahora, según testimonios de peritos argentinos, no se han coordinado oportunamente con ellos (además de que señalan su preocupación por la manipulación de los restos evitando con ello una eficiente aplicación de las pruebas periciales), ni con las policías comunitarias de la Unión de Pueblos y Organizaciones de Guerrero, UPOEG.

Es por ello que llama la atención, que con toda esa información pormenorizada –en la que se ubican lugares con fosas clandestinas, aparentemente recientes-, sencillamente, se detiene en el punto de no saber dónde están los 43 estudiantes desaparecidos.

Ante la pregunta de si el encubrimiento y el engaño están siendo utilizadas como tácticas políticas, recurro al significativo comunicado del Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos, Ravina Shamdasani, en el que dice que “Reconocemos que el Presidente Enrique Peña Nieto ha deplorado esta grave violación a los derechos humanos y que las autoridades mexicanas han activado mecanismos de búsqueda de los estudiantes desaparecidos. 52 personas han sido arrestadas en conexión con dicha desaparición, incluyendo al menos 36 policías municipales; fuerzas de seguridad, investigadores y recursos técnicos han sido desplegados en Iguala y la región.

El Secretario de Gobernación y el Procurador General de la República han establecido un diálogo directo con familiares, estudiantes y organizaciones de la sociedad civil. Saludamos el establecimiento de una Comisión Especial en el Congreso Federal para dar seguimiento a la investigación. Lamentamos que hasta el momento estos mecanismos no hayan sido exitosos para encontrar a los estudiantes desaparecidos y urgimos a las autoridades a incrementar sus esfuerzos para encontrarlos” (Tomado del sitio de Internet Aristegui Noticias).

Conocemos que la información está jugando hoy un papel fundamental en la sociedad mexicana: por un lado, la delincuencia organizada y sus aliados, requieren del silencio para tener éxito; y, por el otro, cuando la sociedad tiene a su disposición la información, se moviliza y, por lo menos, presiona para evitar el encubrimiento y el engaño. Esperamos prontos resultados.

De política, una opinión: Abelardo Reyes Sahagún

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