Opiniones 

Ricardo Monreal, el alfil negro

El león no puede protegerse de las trampas y el zorro no puede defenderse de los lobos. Uno debe ser por tanto un zorro para reconocer las trampas y león para asustar a los lobos

Ricardo Monreal es un político que maneja perfectamente los tiempos y las circunstancias, tiene una experiencia que muy pocos políticos pueden ostentar en las últimas décadas y del mismo modo tiene amigos y esbirros en las entrañas del poder de todos los partidos políticos de México.

Nacido en Zacatecas, un lugar en donde la gente le tiene respeto pero sobre todo le tienen temor, se dice en los palacios del poder que es alguien que tiene pocos escrúpulos y grandes dotes de inteligencia y sagacidad, no cabe duda que cuando estos elementos se concatenan se produce una figura de verdadero poder.

El actual líder de MORENA en el Senado de la República logro obtener dicha posición al decidir primeramente amenazar el proyecto de AMLO y posteriormente dejar el camino libre para que Claudia Sheinbaum fuera la candidata a la Jefatura de Gobierno de la CDMX.

El alfil negro perteneció al PRI, fue presidente del Comité Directivo Estatal y también fue Diputado Federal en dos ocasiones, posteriormente abandonó al PRI para ingresar al PRD y ser candidato a la Gubernatura de Zacatecas, fue Senador, perteneció al Partido del Trabajo y del mismo modo al partido Movimiento ciudadano. También fue el jefe de la delegación Cuahutémoc en la CDMX. Sin duda alguna, tiene experiencia, deseo, ambición por el poder, pero sobre todo una gran capacidad de seguir vigente sin importar la corriente política que está en el poder, en su caso partidos vienen y van, pero el sigue vigente.

“Es mucho más seguro ser temido que amado, porque el amor es preservado por el vínculo de obligación que, debido a la bajeza de los hombres, se rompe en cada oportunidad para su ventaja; pero el miedo te preserva por un temor de castigo que nunca falla”: Maquiavelo.

El temor es un privilegio de los gobernantes que alternan la parsimonia de las personas. El alfil negro ha comenzado sus primeros movimientos para el nuevo contexto, su anuncio sobre querer quitar las comisiones a los bancos, ha desatado una verdadera tormenta política y económica, optó por la vía libre, no obstante ha generado un gran temor en el ámbito financiero, Carlos Urzúa seguramente no ha sonreído mucho en las últimas semanas.

Independientemente de la reunión que tuvieron y de la disposición diplomática por parte de ambos, es importante identificar la medida popular para generar tensión y posteriormente aprovechar y sacar beneficio de un mal que el mismo género.

A pocos días de su propuesta, comenzó una campaña en contra del Poder Judicial, buscando a como dé lugar la posibilidad de que se apruebe una iniciativa que tiene como principal objetivo que los jueces y magistrados tengan periodos limitados en su encargo, el soliloquio se ostenta en quitar cotos de poder.

“Hay tres modos de conservar un Estado que, antes de ser adquirido, estaba acostumbrado a regirse por sus propias leyes y a vivir en libertad: primero, destruirlo, después, radicarse en él; por último, dejarlo regir por sus leyes, obligarlo a pagar un tributo y establecer un gobierno compuesto por un corto número de personas, para que se encargue de velar por la conquista”.

Los alfiles son aquellas piezas en el tablero de ajedrez que tienen la capacidad de desplazarse con gran facilidad de un lado a otro, tienen una altura media alta y son piezas que definen juegos por su alcance, y que también tienen la posibilidad de dar un jaque mate en muy pocos movimientos.

Existen grandes similitudes entre la política y el ajedrez, hay piezas, posiciones, hay estrategia, hay sacrificios, hay comienzos y también finales, y sobre todo el ajedrez y la política son un juego.

Ricardo Monreal es un alfil, con poder y con experiencia, con medios y con posibilidades, desde hace muchos años ha comenzada a avanzar, y tal parece que poco a poco va poniendo en claro que quiere derrocar al rey, con un solo objetivo, y no es ganar la partida, sino simplemente ocupar el trono, no como alfil, sino como rey.

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