Opiniones 

Padecemos una sociedad teledirigida

De manera dinámica el pensamiento cerró el siglo XX con un libro extraordinario y sin regateos, Giovanni Sartori reflexionó sobre los medios audiovisuales que invaden la cultura, no quiso exagerar, pero sí alertó el peligro y la manera que estos medios condicionan el futuro. Cada día la lectura va a la baja, se leen menos libros, los mass media, televisión y radio, principalmente, se convirtieron en la única, principal y casi exclusiva fuente de formación e información ciudadana y de los pueblos. Hoy el vídeo político nos hace cargar los litigios del poder público en primera instancia, frecuentemente es la única. ¿Cuál es la cultura que se está desarrollando?, Sartori, aborda el tema, el cual toma vigencia en su libro: Homo Videns. La sociedad teledirigida, editorial Taurus, Madrid 1998. En él hace un análisis de la influencia de la televisión y la cibernética en la sociedad actual. Logra dar respuesta a los interrogantes de futuro que plantea el nuevo esquema de comunicación social. Un sistema donde predominan los individuos solitarios, un modelo de comunicación cada vez menos personal, la televisión se convierte en el vehículo universal de transmisión de información y las redes sociales de comunicación, ondas hertzianas y cibernéticas son el escenario. De las que todavía se desconocen consecuencias, tanto en la educación como en la intercomunicación de las personas, así como de sus diferentes utilizaciones. Confirma la necesidad de desarrollar la pedagogía de las tecnologías de la comunicación y la información, de las pantallas, diseñar la didáctica de la virtualidad.

Sartori en su crítica al poder de la televisión y de la cibernética, niega las posibilidades de la información audiovisual, señala que anula la capacidad de reflexión. La cultura, por tanto, se vuelve superficial, con abundancia de imágenes pero escaso contenido. La sociedad queda en manos del poder audiovisual. El autor duda sobre la posibilidad de que la Internet pueda ser utilizada como vehículo cultural. Anticipa el triunfo de la televisión sobre internet, como instrumentos de comunicación social de masas. Sartori niega a la televisión cualquier posibilidad de transmisión de una opinión pública real, pues son los propios medios audiovisuales los creadores de las diferentes corrientes de opinión, que luego se encargan de presentar cómo la opinión de una sociedad. Utiliza dos términos para definir el medio: “subinformación”, en tanto que los mensajes son extremadamente resumidos y simples; y “desinformación” porque, a menudo, se utiliza para dar una información “amañada”, de acuerdo con las convicciones de los que ostentan el poder, y también en función de lo que éstos desean transmitir. Predijo las Fake news, instrumento del caos y método de control del poder.

Sartori señala la desaparición de los partidos como base sustentadora de la política determinada; en la televisión se dejan de vender idearios políticos, ahora se vende personas e imágenes. Una nueva forma de hacer política, influenciada por el poder de los medios de comunicación. El cuadro descrito por Sartori es desolador. Sin solución, imposible encontrar una fórmula que redima la televisión. Las tesis que sostiene se condensa así: «Mientras la realidad se complica (…) las mentes se simplifican y nosotros estamos cuidando a un video-niño que no crece, un adulto que se configura para toda la vida como un niño recurrente (…) Nos encontramos ante un demos debilitado, no solo en su capacidad de tener una opinión autónoma sino también en clave de pérdida de comunidad”. Las ideologías han sido subsumidas por las marcas de productos, incluidas las candidaturas electorales. Los partidos políticos se debaten entre la subsistencia mediática y la financiación por vía de la hacienda pública. Han dejado de tener espíritu político, ni los que ganan, ni los que pierden, proponen una agenda esencial de discusión para retroalimentar las decisiones colectivas. La democracia sin discusión se cancela, termina siendo un ejercicio de simulación, en algunos casos ganan campañas pero al final “cuando miente el actor, también miente el aplauso”.

Se crea una “multitud solitaria”, una “soledad electrónica”, dirigida por los que tienen el poder de audio y vídeo. Se anula el valor del medio como instrumento democrático. La sociedad deriva hacia una era de “post-pensamiento”, una pérdida de la capacidad de pensar, ¡que susto! La vida activa de contenidos en redes sociales, caducan rápidamente frente a una actividad que las desplaza sin misericordia, se olvida el baúl de la nostalgia. Un sístole, describir la conversación del día a día, costumbre que crece exponencialmente, además un inconmovible miedo a la exclusión digital, (Fomo); no hay condiciones emocionales para perderse nada en redes, no es aceptable ser excluido, están siempre “conectados” es neta. Una diástole, los “chatbots”, la velocidad de la luz trae un cambio de mentalidad, pensar y actuar acorde a la nueva época del ciber-espacio. Entender y dominar la velocidad de la luz es la asignatura más urgente.