Balcón Portada rotador 

Otra del ICA; ahora es la Universidad de las Artes

LUEGO DE LA publicación de un ex empleado del Instituto Cultural de Aguascalientes en la que revela una serie de lo que considera anomalías en la dependencia a propósito del exhorto a la plantilla laboral para que no critiquen al Gobierno en internet, alchileaguascalientes.com recibe una nueva acusación, el remitente pide por temor a represalias guardar en el anonimato su identidad, no así con este medio de comunicación.

LA CARTA SE titula, «un político cultural que no hace política, no genera arte ni vela por la cultura:

Lo mínimo que puede exigirse a sí mismo un político cultural, apoyado en su supuesta experiencia, visión y compromiso, es velar de manera eficiente por la calidad de los productos culturales a los que toda sociedad consciente tiene derecho. Sin embargo esta obligación, que se adquiere a través de un contrato con la sociedad, parece haberla olvidado el Sr. Javier Velasco, actual director de la Universidad de las Artes del Instituto Cultural de Aguascalientes (I.C.A).

Javier Velasco, como lo llamaremos a lo largo de este escrito a fin de desmitificar su figura política, ha demostrado durante los últimos meses su incapacidad para escuchar, dialogar, negociar y resolver los contratiempos propios de la Institución que pretende dirigir. Su incapacidad para dialogar no solo ha quedado patentada frente a los alumnos de la Lic. En Artes Visuales y la Lic. En Teatro, que en meses pasados solicitaron hablar con él para expresar su inconformidad respecto a las precarias condiciones de los espacios de trabajo, sino que, esta incapacidad para entablar un diálogo civilizado, se ha extendido hacia cada uno de los coordinadores de carrera y demás departamentos.

A dichos coordinadores se les ha amedrentado por medio de artimañas viejas y baratas como el retraso de recursos económicos, materiales y espaciales, trámites morosos, información parcial y un largo etc. A fin de que los subordinados de Javier Velasco tengan claro que la única voz que merece ser pronunciad en la Universidad de las Artes es la propia. De tal modo que, quien se atreve a externar sus inconformidades, cuestionamientos e ideas, se convierte en automático en enemigo declarado de la Institución que él pretende llevar por buen camino.

Un claro ejemplo de la cacería de brujas que Javier Velasco a desatado dentro de la Universidad de las Artes es la conocida “lista negra” que tiene bajo su resguardo; en dicha lista se han registrado los nombres y apellido de todos aquellos alumnos que se atrevieron a protestar y externar sus inconformidad en la reunión antes mencionada. En la que cabe mencionar también estuvo presente la Directora del Instituto Cultural de Aguascalientes, Dulce María Rivas Godoy. A ésta lista se han sumado los nombres de un par de trabajadores de la Universidad de las Artes, quienes, desde el punto de vista de Javier Velasco, han cometido el gravísimo error de hacer valer su derecho a la libre expresión; derecho que se suscribe en el artículo 6º de la Constitución mexicana.

Pero, ¿de dónde surge el profundo temor de Javier Velasco frente al diálogo? ¿Acaso teme que las costuras de su labor como director de la Universidad de las Artes delaten su incapacidad como líder? Se supone que un político cultural, como lo ha sido él desde hace más de 15 años, debería poseer una refinada y efectiva capacidad para entablar conversaciones productivas y colaborativas a fin de llegar acuerdos que beneficien a las partes involucradas. La capacidad para escuchar, dialogar y negociar es lo mínimo que una organización social, como lo es la plantilla de profesores, coordinadores y alumnos de la Universidad de las Artes, merecen para que exista la posibilidad de que sus demandas sean resultas.

Sin embargo, Javier Velasco, decisión tras decisión, se aleja cada vez más de las pocas expectativas que aún se tienen respecto a su desempeño como director de la Universidad de las Artes. Sólo basta mirar la nueva plantilla de profesores que durante el presente ciclo escolar darán carácter al perfil de la Lic. En Teatro. La mayoría de ellos han sido elegidos por Javier Velasco no por sus capacidades pedagógicas, no por su experiencia en la docencia o el escenario, no por su visón teatral o por su imprescindible aporte a la teatralidad actual. No. Esa gran mayoría de profesores fue elegida porque están dispuestos a sumarse a las futuras acciones de nepotismo que Javier Velasco pretende llevar a cavo en semanas venideras.

El mayor acto de nepotismo que Javier Velasco pretende realizar, es el nombramiento de Alfredo Vargas Ortega, director del espectáculo “Geishas”, como nuevo coordinador de la Lic. En Teatro. Disolviendo por completo el Consejo Académico de miembros fundadores. Con lo cual es evidente que, el perfil primigenio de la carrera, quedará sepultado bajo la visión retrógrada de un hombre que poco o nada entiende de las técnicas actorales contemporáneas. Pues la única credencial que lo avala como hombre de teatro es la ya tan sobada y desacreditada declaración “Yo fui alumno de Ludwik Margules” (Esto, en la capital del país es similar a afirmar que aún usas el telegrama para comunicarte). Declaración que, sin embargo, a Javier Velasco le ha deslumbrado profundamente. A tal grado que, la mayoría de las asignaturas fundamentales que se imparten en la Lic. En Teatro, las ha asignado a su protegido: Alfredo Vargas Ortega, quien ya se ostenta como el mesías redentor del teatro en Aguascalientes.

Tal vez Alfredo Vargas Ortega, seguro del cobijo que le brinda Javier Velasco, está convencido de que en esta provincia de ciegos, él, hombre tuerto, podrá ser rey. Pero se equivoca el Sr., o por lo menos eso es lo que muchos esperamos. Pues es evidente que en su anterior paso por la Universidad de las Artes dejó un insufrible sabor de boca en los alumnos de 8º semestre. Los cuales están por iniciar su puesta en escena final, misma que, para terminar de llenar el saco del nepotismo, pretende ser asignada a Alfredo Vargas Ortega. A pesar de que los alumnos han demostrado su descontento ante Javier Velasco, quien, como ya nos quedó claro, finge escuchar, finge dialogar, finge negociar y, al final, impone su soberana voluntad.

Se hace evidente que Javier Velasco necesita permearse del arte actual (Consumir más y mejor teatro, danza, música, literatura y artes visuales) a fin de que sus gustos, decisiones y nombramientos estén sustentados por el contundente conocimiento de causa y no por el “amiguismo” surgido de la adulación barata. La Lic. En Teatro requiero hoy, más que nunca, de maestros visionarios, propositivos y generosos que doten de una identidad – actual, definida e irrepetible- a las nuevas generaciones de estudiantes de la Universidad de las Artes.

Y está clarísimo que tal identidad no puede ser construida por Alfredo Vargas Ortega, por Noemí Ortiz, Daniel Quiroz Viveros, tampoco por Jorge Galván ni por Jesús Velasco. En todo caso ya existe el taller de teatro que se imparte en la Casa de la Cultura Víctor Sandoval; el cual sí posee un perfil afín a los maestros antes citados. Pero todo indica que a Javier Velasco poco le importa el futuro de las licenciaturas que se imparten en la Universidad de las Artes, poco le importa que los egresados sientan recelo ante la institución en lugar de orgullo, poco le importa que la identidad de la Lic. En Teatro se convierta en una mueca amorfa, ente la cual resultará inevitable avergonzarse, o reírse, u horrorizarse…A Javier Velasco nada de eso le importa, su única preocupación, como la de cualquier político regular, es aferrarse a su cargo político, como lo viene haciendo desde hace muchos años.

Es difícil prever las reacciones que algunos de los maestros y coordinadores, los menos, los que aún conservan un poco de ética, tendrán ante los excesos de autoridad por parte de Javier Velasco. Porque es evidente que su campo de acción está limitado por el constante acoso e intimidación por parte del director de la Universidad de las Artes. Sin embargo, son los alumnos de la Lic. En Teatro quienes, sin ser conscientes del todo, tienes la “sartén por el mango”, pues si existe algo a lo cual le teme Javier Velasco es las legítimas protestas; donde se hacen escuchar los cuestionamientos, las exigencias, las inconformidades.

Los alumnos tienen el derecho y la obligación ética de protestar ante la mediocridad de muchos de los profesores que Javier Velasco les ha impuesto. A fin de dejarle en claro que él, como servidor público, también está obligado a ajustarse a este norma: «Protesto guardar y hacer guardar la constitución política de los estados unidos mexicanos y las leyes que de ella emanen, y desempeñar leal y patrióticamente el cargo de presidente de la república que el pueblo me ha conferido, mirando en todo por el bien y prosperidad de la unión; y si así no lo hiciere que la nación me lo demande”. Ya existe un insoportable número de servidores públicos incapaces de hacer bien su trabajo, como para que, ante esta situación, los implicados bajen la cabeza y se resignen a padecer las consecuencias propias de las acciones arbitrarias cometidas por Javier Velasco.

Me surge una última inquietud: ¿La actual directora del Instituto Cultural de Aguascalientes, Dulce María Rivas Godoy, estará enterada de lo que actualmente pasa en la cocina de su casa? ¿Se ha puesto a pensar Dulce María Rivas Godoy que, por lo menos, durante los próximos 10 años, su nombre y apellido – Rivas Godoy – serán relacionados con la ineptitud, nepotismo y cobardía de Javier Velasco? Si no lo ha hecho, aún está a tiempo de hacerlo para, posteriormente, emprender las acciones necesarias. Tal vez una auditoría. Porque, tal como pinta el panorama, resulta predecible que el barco que lleva por nombre Universidad de las Artes comenzará a hundirse pronto. Y cuando eso ocurra, la rata y sus ratones, serán los primeros que se echen a correr. De tal modo que la única responsable de dar la cara ante semejante catástrofe llevará por nombre Dulce María Rivas Godoy.

Carta al Lector