Opiniones Portada rotador 

La voz del pueblo fue la voz de Dios / Vale al Paraíso

El martes 29 de agosto escribí en este espacio del creciente malestar de los ciudadanos, víctimas de la delincuencia. Señalé que en la cresta de la turbulenta presión, convertida en insoslayable problema, el gobernante no suele tomar necesarias decisiones porque supone, indebidamente, que su autoridad se debilita al oír la voz del pueblo; Martín Orozco Sandoval puede ser la brillante excepción a la regla, al sustituir a Sergio Martínez Castuera y Héctor Benítez López, al fin, él decidió nombrarlos al inicio de este año.

Dos días después, el jueves 31, el gobernador anunció que a Héctor Benítez López le daban las gracias por participar, y deslindó responsabilidades al precisar que el nombramiento del próximo secretario de Seguridad Pública del municipio de Aguascalientes se anotaría a la cuenta de la alcaldesa Tere Jiménez y de los integrantes del cabildo de la capital.

MOS fue la brillante excepción a la regla. Reconoció el tsunami de la inseguridad pública. Revisó las alarmantes cifras oficiales teñidas de sangre.

Aceptó, en inusual gesto para un gobernante, que la sociedad está decepcionada ante la falta de retribución a la confianza depositada en las urnas, por los recurrentes hechos delictivos ocurridos en la ciudad y en la comunidades rurales.

La inseguridad pública no se gestó hace nueve meses, sino irrumpió desde hace varios sexenios estatales y algunos trienios municipales; el sentir de la comunidad se transformó en incontrolable encabronamiento, porque durante la pasada campaña electoral estatal los candidatos, hoy victoriosos, se comprometieron a regresarle al estado de Aguascalientes la tranquilidad provinciana. Y no fue así.

De la dislocada estrategia operativa de Héctor Benítez López, el defenestrado titular de la SSPM, se recordará aquella receta misógina para enfrentar a los desatados malandros: “Ustedes se ven guapísimas en tacones como damas, el glamour no lo quieren dejar, pero hoy en día en esa bolsa grandototota que tienen, necesitan tener zapatos de piso para que después del glamour se los cambien y tengan mejor desplazamiento”.

Pero nunca es tarde para rectificar, y más en estos momentos, al inicio de los procesos federal y local, donde la inseguridad pública será un tema a explotar por los contendientes de todos los partidos políticos, como si fuera la guerra de los pasteles escenificada entre los muy recordados Viruta y Capulina.

La propuesta de la alcaldesa Jiménez fue consensuada con MOS. Presentada al cabildo de Aguascalientes. Y aprobada por la unanimidad de regidor@s y síndic@s. En todos ellos recae la responsabilidad del nuevo nombramiento.

Las nueve cuartillas de la currícula del abogado Antonio Martínez Romo, el nuevo titular de la SSPM, germinan nuevas esperanzas. Alimentan grandes expectativas. Suponen que la designación se dio en el sentido correcto, porque acredita un macizo y dilatado recorrido en los cuerpos de seguridad estatal y municipal, en la procuración de justicia (ministerio público del fuero común), y en la academia. Trabajar en administraciones priistas y panistas, de entrada, avala al comandante que inició como oficial de vialidad —agente de tránsito, pues— en la tierra de Los Chicahuales, Jesús María, en 1989.

La enraizada inseguridad requiere algo más que los acrisolados ejemplos de Superman, Batman o Llantaman, porque la gente tiene la piel muy delgada en estos momentos, exige resultados inmediatos —me recuerdan a los abstemios hinchas del Cruz Azul—, después de muchos años de intranquilidad, de zozobra y de latigazos delictivos.

El corto tiempo y los medibles resultados dirán si a la extensa biografía de Martínez Romo se le agregarán los merecedores datos, justos e irrebatibles, de talento y capacidad.

Porque alguien debe de escribirlo: Para llenar el salón donde protestó como presidente estatal del PRI Aguascalientes, el contador público Enrique Juárez Ramírez contrató los servicios del Sindicato Único de Acarreadas, porque visualizó la notoria ausencia del 50 por ciento de los consejeros políticos estatales que lo rechazaron anticipadamente, como así ocurrió aquel sábado 26 de agosto.

El ungido le ordenó a Paco Guel Saldivar que se comunicara con las líderes de las colonias para solicitarles su indispensable presencia, a cambio de despensa para las integrantes de sus respectivos séquitos.

Después de saludarlas, desde el celular 449 9501557, el Zar del Abarrote les preguntó a sus “compañeras” cuántas invitaciones requerían. Unas pidieron 40.

Otras, más mediditas, 20. Al fin, cada tarjeta representaba una despensa en el ancho mundo de la alquilada grupera.

Al día siguiente de la llamada se recibieron las invitaciones —mostradas al final de esta colaboración— con la recomendación de que antes de entregarlas a la entrada de la asamblea, anotaran al reverso el nombre de la beneficiaria que recibiría el frijol con gorgojo y el arroz con prietitos, una semana después.

Pues bien, hasta la fecha las doñitas no han recibido el atún en la inflada lata y el aceite rancio en la abollada botella de plástico, entre otros comestibles.

El presidente del PRI Aguascalientes incumplió su primera promesa. Medró con la pobreza de la gente. Engañó a la militancia.

¿Usted le cree a Juárez Ramírez? Yo tampoco.

Coda: Fernando Lozano Galindo fue un arcángel del periodismo, de la amistad fraterna, de las pasiones y emociones que suele ofrecer la vida terrenal, de la exaltada defensa a sus Águilas del América, del elegante vestir y del placer de fumar el tabaco rubio recién salido de la caja del Malboro rojo, de 14 cigarros,
por supuesto, como solía comprarlos en la tienda más próxima.

Nuestra amistad de casi cuarenta años trascendió con la misma calidad entre Lula y Violeta, nuestras hijas.

Un abrazo cariñoso para la familia Lozano Galindo, a quien me une dilatados lazos de especial afecto.

Descansa en paz Fernando. Vuela al Paraíso donde tienes un vale, amigo mío.

marigra1954@gmail.com