La Visitadora

La defunción nunca falta a la cita en esa inentendible agenda. A veces se anuncia, otras es intempestiva; es agresiva y cruel, otras silenciosa. La llaman: Muerte, que simplemente es dejar de existir, no estar con los seres y las cosas queridas. También se atenúa con explicaciones lindas: el viaje definitivo, se fue para no volver, está con Dios… en fin. Uno sabe de la muerte peronormalmente la ve en otro, es normal. Es “un fantasma que recorre” la vida y la cancela. Muchos la han imaginado, la han predicho, otros la han definido, la poetizan, le promueven su día de muertos. El arte la acaricia y conmueve, otras de manera irónica la muestran, siempre lúcida como en Pedro Páramo.

Pues un día llegó arropada con su helado cinismo a visitarcon don Rafael Mirabal, entonces no dudé en demandarle que no era bien recibida, que había un error. No porque fuera mi deseo visitara a otra persona, sino porque Don Rafa tenía aún mucho por hacer.

Fue el tiempo de cambios culturales populares, pasamos de una sociedad apacible a una posmoderna, la época de la originalidad y autenticidad del espectáculo transitaba a la “onda grupera” y al multimedia; la convivencia del pueblo sin rangos sociales perdió su sentido democrático, se imponía el modelo:los ricos con los ricos y los pobres con los pobres; la revolución del sonido llegó, bueno un largo etcétera que debió vivir el Sr. Mirabal para dar rienda suelta a su creatividad de empresario de espectáculos y eventos sociales.

Lo perdimos abrazado por la muerte. Hace un par de años actuó en “Los Globos” la orquesta de Beto Díaz (hijo), conversé con don Rafa en medio de las partituras (de Beto papá), viajé en la acústica del ahora feo lugar para encontrarme con su voz, “… caballero yo no entiendo como hacen las cosas los políticos de ahora…”. Terminó la actuación de la Orquesta de la Provincia y nos despedimos, logramos interpretar silencios e imaginación deallá y acá.

Doña muerte culpa a una diva llamada Enfermedad. Es ampliamente conocida, incluso ha generado la economía de la salud, es terca e imperativa. En el viejo testamento fue consejera de Caín, lo orientó de lanzar la piedra contra Abel y no se ruborizó. Tomó el ser de la copa y cicuta que bebió Sócrates. Fue clavos que atravesaron las extremidades del “Nazareno” y el madero, además se vistió de lepra para matar a muchos.

Fue aliada de Hitler, disfrutó los campos de exterminio. Se viste de “Cáncer” para hacer para degustar su pervertido mal.Me molestó la visita que hizo a Don Jorge Durán, a esa muerte le reclamé, y guardó silencio. Su silencio frío e impersonal me agravia.

La diosa Enfermedad a Don Jorge le quitó tiempo de ser más esposo, más padre, más abuelo… más amigo. Los valores que lo definieron de nada valieron, sus virtudes las subsumió; su ausencia aun me produce un afecto: “… un espacio vacío que  no lo puede llenar la llegada de otro amigo…”. Para coraje de doña Muerte la voz de Don Jorge sigue en las discusiones maravillosas de amar la vida y la bohemia, su figura camina al lado de quienes lo admiramos y lo recordamos como un Quijote de la amistad.

Una de sus visitas me dolió en el alma. A todo hijo le duele la ausencia de los padres. Primero abrazó impunemente al Profesor Ignacio Ruelas, mi Papá. Lo hizo sufrir mucho, eso me laceró, era un hombre bueno, atento, buen conversador, estudioso, excelente educador; la muerte le mandó un aviso en la nota de un infarto, pero el Profesor le ganó la partida por más de 25 años, lo que la hizo más cruel, el segundo aviso llegó con traje de embolia que supo enfrentar con dignidad pero ahora por solo 25 días.

Es curioso pero los últimos 6 años los dedico a estudiar la tanatología, lo que me hace suponer que rio a carcajadas y sentido del buen humor de las malas intenciones de doña Muerte, le arrebató el fuego, como Prometeo, para hacerlo pedagogía. El otro dolor fue la visita a mi Madre a quien le impidió disfrutar a su bisnieto José Luis, no se vale tanta crueldad, la inmovilizó, le mermó las funciones de sus órganos internos, es una rémora cruel, pero que le vamos a hacer contra ella no hay poder.

La muerte es muchas cosas que hoy ni siquiera imaginamos, pero lo cierto es que concluye con las Mujeres y los Hombres y con su prodigioso y frágil destino. La muerte es parte de nuestras vidas, una no se explica sin la otra. Tiene un matrimonio perfecto por el régimen de bienes separados. Nunca se retrasa por la razón simple que es atemporal. De cualquier manera la prefiero ver en los trazos burilados de Guadalupe Posada.