IFE sembrador de confianza y vida corta

Para todos los trabajadores del IFE/INE ejemplo moral y ético

 La vida pública de 1977 no escuchó las voces que demandaron un cambio de modelo político. Una década más tarde un sistema simulado de expresión política fue sustituido por un sistema de partidos expresión de pluralidad política, ideológica, social, económica, cultural, de la sociedad mexicana. Un rasgo de transición democrática fue: la competencia arribó al escenario político. La contienda requirió un servicio civil de carrera: el Servicio Profesional Electoral que escribió las “partichelas” de cada procedimiento electoral, para que al amparo de principios rectores, la administración de las elecciones garantizara imparcialidad a todos los adversariospolíticos e integrar así una partitura democrática eficiente y de satisfacción colectiva.

El IFE construyó una geometría institucional de tres vértices: uno,que los ciudadanos sepan quién gana y quienes pierden las elecciones; dos,que las autoridades electorales organicen el proceso electoral de la mejor manera, y cada día mejor; tres,que los actores políticos reconozcan los resultados electorales. En 1997, por primera vez ningún partido político obtuvo mayoría absoluta de diputados en la Cámara y por primera vez se realizaron elecciones para designar al Jefe de Gobierno del Distrito Federal, (las organizó el IFE, por única ocasión). En el año 2000 la vía electoral produjo la alternancia en el Ejecutivo Federal, y por primera vez en el Senado desapareció la mayoría absoluta de un partido político. Este esquema de convivencia democrática es obra colectiva. Dice José Woldenberg… el IFE demostró que era una autoridad capaz de asimilar cualquier resultado electoral, beneficiara a quien beneficiara.

El trabajo del IFE se resume en una palabra: CONFIANZA. Desde luego, ha habido instantesen que personajes de chistoretes mal contados han pretendido impulsar la desconfianza. El IFE se comportó sensato, coherente, lúcido, ofreció las garantías óptimas para la disputa política.

Pilares constructivos.

Autonomía. El administrador de las elecciones tiene capacidad de tomar decisiones producto de deliberación y acuerdos colegiados. Incluso escuchó la voz de los mismos competidores para salvaguardar la autonomía con alto honor…

Legalidad.La ley es alma de la autoridad, no hay ocurrencia, ni capricho por encima del mandato legal. A toda autoridad le obliga el principio de legalidad. La ley es aduana inconmovible para la discrecionalidad de atribución. Ofrece garantías a las Entidades de Interés Público y candidatos. El IFE de la norma hizo un marco para su comportamiento, sus facultades y límites; desarrolló una avenida amplia para la circulación del Derecho de todos los sujetos regulados, incluyendo ciudadanos, de las etapas del proceso electoral…

Imparcialidad.El IFEfue administrador del procedimiento electoral por encima de los competidores, tuteló sus Derechos, reguló 8 elecciones federales y contribuyó en el 100% de las elecciones estatales durante más de 23 años. Reguló con marcado éxito la pluralidad de partidos. La imparcialidad no se reduce a lo formal. La ética no hace leyes, les da vida efectiva, coherente y sensata. Es ineludible tomar decisiones y hacerse cargo de sus consecuencias dado que el motivo es lograr acuerdos en términos razonables para todos…

Certeza. Partidos y ciudadanos supieron que ante situaciones iguales o similares, la autoridad electoral actuó de la misma manera, es decir, una misma medida para la conducta de partidos, candidatos, medios de comunicación, para todos los sujetos regulados por la norma electoral. Incluida la certeza moral que obedece a la naturaleza humana. Una suerte de obligación para los miembros del Servicio Profesional Electoral ha sido la necesidad de un ejercicio simultáneo de facultades, no solo para cerciorarse de la verdad sino también para encontrarla…

Objetividad. Más allá del fragor de opiniones, acusaciones mutuas, connaturales a los procesos electorales, la autoridad debe resolver en base a elementos objetivos, mensurables, incontrovertibles, y un método claro para desterrar juicios subjetivos, inasibles, nebulosos. La objetividad da claridad al debate político, a los actos y resoluciones, a la regulación de las campañas…

El IFE contribuyó al desarrollo de la vida democrática; preservó el fortalecimiento del régimen de partidos políticos; integró, como ningún país democrático, el Registro Federal de Electores; aseguró a los ciudadanos el ejercicio de sus derechos político electorales y vigiló el cumplimiento de sus obligaciones; garantizó la celebración periódica y pacífica de las elecciones para renovar a los integrantes de los Poderes Legislativo y Ejecutivo de la Unión; veló por la autenticidad y efectividad del sufragio, llevó a cabo la promoción del voto y coadyuvó con la difusión de la cultura democrática, centenas de misiones electorales internacionales de alto nivel, con el reconocimiento de ser líder mundial en materia de procedimiento electoral…

El IFE reguló su actuación ante la posibilidad de que el Otro tuviera razón. Supo escuchar atentamente, pedir consejo y considerarlo seriamente, no se apasionó, se centró en los hechos; no precipitó los juicios. Generosamente compartió su experiencia. ¡El IFE le dio un rostro aseado a México en el mundo democrático!

Por: Ignacio Ruelas Olvera

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