Opiniones 

Feminicidio, una realidad que urge atender / La Columna J

Roberto Ahumada

Sin derechos humanos de las mujeres, no hay derechos humanos

Vivimos en un mundo elevadamente violento, en donde cada día es más común escuchar noticias donde los más bajos instintos quedan plasmados en actos atroces. Las nuevas generaciones reflejan una pérdida de identidad y de valores.

Los nuevos contextos implican romper los paradigmas y los dogmas que por muchísimo tiempo han estado establecidos en la sociedad como algo normal. Nuestro mundo moderno implica entender los cambios radicales que abarcan el modo de vida de mujeres y hombres, los contenidos de cultura, equidad, igualdad; la conformación y distribución de los poderes sociales entre los géneros y las personas.

El nuevo orden de géneros demanda una voluntad histórica que desvíe el sentido actual y coadyuve a disminuir las asimetrías entre los géneros y la desigualdad en la calidad de vida de las mujeres y hombres.

“Todos tenemos una herida marcada cuando una mujer es maltratada”

La violencia es un síntoma de inferioridad y es una prosapia que debemos desterrar en todo momento. Los abusos a las mujeres suelen ser sistemáticos y continuos, como si de algún trágico fuese una costumbre.

La violencia contra las mujeres tiene su origen en la desigualdad de género, es decir, en la posición de subordinación, marginalidad y riesgo en el cual éstas se encuentran respecto de los hombres.

Es menester comprender y analizar esta situación con una perspectiva de género, no se puede seguir teniendo un rezago en cuanto a justicia se refiere, por una interpretación limitada y no congruente con la tesitura que tenemos es estos días y en nuestro México.

El estado de derecho debe considerar todos los factores que involucran a un sistema, de tal modo que debe de existir la voluntad y la participación activa de las y los ciudadanos para poder construir leyes y dinámicas sociales que hagan equilibrio y den cátedra del alcance que se puede tener cuando se conjuntan voluntades.

Las estadísticas son alarmantes; ser mujer adolescente en este país da 30% más posibilidades de ser víctima de desaparición y 36% más de probabilidad de ser víctima de feminicidio que si eres una mujer adulta, así lo refiere Ricardo Bucio, secretario ejecutivo del Sistema Nacional de Protección Integral de Niños y Niñas. No basta con emitir alertas de género, solo el año pasado se registraron 872 víctimas de feminicidio en México, 15% mayor al 2017, cifra inaceptable.

La situación ha llegado a tales magnitudes, que la ONU ya pidió al gobierno mexicano tipificar el feminicidio en todo el país. Las estadísticas aún no logran reflejar la verdad en una mayor expresión, es decir, existen una gran cantidad de delitos que no se denuncian, por lo tanto la impunidad es un factor paralelo, con el que se debe cargar.

El observatorio Ciudadano Nacional del Feminicidio refiere que entre 2014 y 2017 aproximadamente unas 8904 mujeres han sido asesinadas en México. Sin embargo y de manera lamentable únicamente el 30% fue tipificado. No se puede pensar en un bien común ni mucho menos en la justicia social, sino somos conscientes de lo que está sucediendo en nuestro país. La situación es verdaderamente vituperable.

Aplaudo la iniciativa de las diputadas federales por Aguascalientes, Sylvia Garfias y Martha González por la realización del foro regional y mesas de trabajo hacia una ley general para prevenir, sancionar y erradicar el delito del feminicidio. Siempre se debe conmemorar el día internacional de la mujer, pero que mejor iniciativa que convocar a organizaciones de la Sociedad Civil, Universidades, Institutos Estatales y Municipales de la Mujer para hacer mesas de trabajo hacia una ley general para prevenir, sancionar y erradicar el delito de feminicidio. Enhorabuena.

Es más que evidente que en la modernidad las mujeres han pactado. La agenda y la ciudadanía no han sido indumentaria tradicional de género para las mujeres, pero es esta situación de adversidad la que ha desarrollado y enarbolado la palabra de sororidad.

Marcela Lagarde entiende a la sororidad como una dimensión ética y política y práctica del feminismo contemporáneo. Es una experiencia de las mujeres que conduce a la búsqueda de relaciones positivas y a la alianza existencia y política.

Entender este contexto, se trata de comprender una realidad en el que todos los humanos estamos inmersos, en donde es momento de buscar coincidencias y dejar un mundo y mejor y más digno para las futuras generaciones. Hoy por ellas y mañana también, porque ustedes somos nosotros.

“Las mujeres no luchan contra la violencia, sino que trabajan por la paz”: Patricia del Carmen Ramírez de Lara.