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Índice de desarrollo democrático

Unión Social de Empresarios de México y del Comité Ciudadano Anticorrupción por conducto de Juan Carlos Soledad presentaron “El índice de desarrollo democrático”, (IDD). Un ejercicio conjunto de la Fundación Konrad Adenauer, Polilat, la Confederación USEM y el Centro de Estudios Políticos y Sociales, con el apoyo del Instituto Nacional Electoral, con la cooperación de El Colegio de México. Es una evaluación del comportamiento de la democracia en las 32 entidades federativas que conforman la República Mexicana. De la siguiente manera: La democracia de los ciudadanos, que mide una serie de indicadores relacionados con libertades y derechos de los ciudadanos, así como hechos que violentan dichos preceptos; La democracia de las instituciones, que evalúa la calidad de dichas instancias, así como la eficiencia del sistema político en el logro de una mejor democracia; La democracia social, que evalúa la gestión de gobierno en beneficio de la población; La democracia económica, que mide la capacidad de gestión de cada estado para la generación de un mayor desarrollo económico.

Los indicadores presentados permiten la reflexión y la discusión. Sabemos de ante mano que, en muchas ocasiones, los valores de democracia, su calidad, son imperceptibles en paradoja que pueden ser demostrados. Lo importante es el debate para que la calidad se consolide, para ello los indicadores son esenciales. Tenemos con los datos presentados del IDD un baremo de la democracia, con su vertiente de la democracia electoral, que nuestro país tiene un avance reconocido en el concierto mundial: un sistema político competitivo, multipartidista, candidaturas independientes; sufragio universal, secreto, directo, personal, libre, intransferible; elecciones disputadas y organizadas bajo procedimientos que garantizan cualidades en el tránsito de boleta a voto, que se sustenta en principios rectores de la materia electoral, procedimientos híper cuidadoso que hacen imposible el fraude electoral y de votantes. El sistema de partidos que contiene a los que ganan y luego pierden y luego vuelven a ganar, cuentan con financiamiento público suficiente, además acceso legal y gratuito a los medios de comunicación, campañas por lo general abiertas; candidatos independientes que también ganan y pierden…

La democracia social que nos presenta el Índice es una avenida para la democracia de calidad, nos llama con urgencia a no olvidar esta asignatura, es preciso reconstruir nuestra ciudadanía social. Los mínimos de bienestar social y la medición de las desigualdades según el índice de Gini no han llegado a los índices de asentamiento y calidad de la democracia. La democracia de calidad ya no puede esperar, la sociedad de la comunicación exige una pedagogía democrática que explique, enseñe, motive, informe, comunique buenas prácticas políticas y democráticas. México alcanza niveles muy buenos en tanto procedimiento electoral, le falta la otra cara de la moneda: la calidad democrática.

La construcción de indicadores de calidad democrática no es cosa fácil, sabemos, que son perfectibles y falibles, dado el “mísero detalle de la circunstancia”. Un cuidado esencial es que nuestra reflexión y debate supere sesgos ideológicos y metodológicos. En este sentido, el IDD contiene formas de medición que garantizan imparcialidad, posibilitan la edificación de datos cualitativos y cuantitativos, para evitar los criterios discrecionales.

Aguascalientes, con 10,000 puntos, se ubica en el primer lugar del ranking por primera vez en la serie de medición del IDD-Mex y presenta un buen comportamiento, relativamente homogéneo, porque en casi todas las dimensiones recibe ponderaciones de desarrollo democrático medio, excepto en la dimensión económica, donde obtiene una puntuación de alto desarrollo democrático. Se posiciona en el ranking de cada dimensión entre los 10 mejores estados, destacándose en las Dimensiones II, democracia de las instituciones y IV en democracia económica, en las que se ubica en el 2º lugar. En 2017, Aguascalientes lideraba la dimensión, democracia de las instituciones, en cambio, en 2018 se ubica en la segunda posición. No significa esto que nuestro Estado esté en un nivel envidiable, nos dice que dentro de la deficiencia de calidad democrática se tiene que emprender una arremetida, sin desidia, de hábitos deseables frente al Otro.  

Los indicadores IDD nos permiten reflexiones e inferencias hermenéuticas, también, de algunos términos como pueblo; en la tradición democrática se entiende como muchedumbre no organizada oficialmente, que en determinados momentos tiene aclamaciones. En las democracias liberales, adquiere el grado de ciudadanía que votan regidos por un procedimiento electoral. El pueblo como revelación de masas se transformó en público. El pueblo no es una abstracción amorfa ni “cajón de sastre” discursivo.

El IDD nos posibilita una muy eficaz inferencia, deconstruir cómo se ejerce hoy la política. Si concordamos con Derrida en que la democracia está siempre por venir y que la hospitalidad ciudadana constituye la emergencia de una apertura real a un nuevo pensamiento, estaremos en condiciones de edificar una nueva política que construya, confronte y fluya en los soportes discursivos, en las estrategias comunicacionales, como rostro de una nueva ciudadanía. 

Por: Ignacio Ruelas Olvera