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Aguascalientes sumergido en la impunidad / Vale al Paraíso

Para efectos prácticos, Aguascalientes “no tiene un sistema de justicia”, concluye el Índice Global de Impunidad México 2018 (IGI-MEX 2018), dado a conocer la semana pasada por la Universidad de las Américas Puebla, a cargo
del rector Luis Ernesto Derbez Bautista, prominente militante del PAN.

En comparación con los resultados de 2016, destacan vergonzosas conclusiones:

I. Forma parte del top ten de estados sumergidos en los más altos índices de impunidad, (75.85), por encima de Veracruz y Oaxaca, aunque parezca increíble.

II. Abandera el selecto grupo de ocho estados donde la impunidad está desbordada, imparable, a la alza, al registrar +7.48 puntos.

III: Cuenta con un número inferior al promedio nacional de jueces y magistrados (3.9 por cada cien mil habitantes), y del promedio internacional de (16 por cada cien mil habitantes), para impartir justicia pronta y expedita

IV. Se distingue en el pelotón que tiene el menor número de agencias del Ministerio Público (2.49, por cada cien mil habitantes), en detrimento de la rápida procuración de justicia. El IGI-MEX 2018) señala que estos funcionarios
estatales “están sufriendo un deterioro estructural y de sus capacidades humanas frente al aumento de los delitos y de la población en el país”.

Y sí, la seguridad pública en Aguascalientes es un verdadero desastre. Cada hora, o menos, se presenta una denuncia. “Hasta 30 por día está recibiendo la Fiscalía del Estado”, El delito más común sigue siendo el robo en todas sus
modalidades (automóviles, comercios, casa-habitación, cristalazos, asaltos), reconoció el Fiscal General, Jesús Figueroa Ortega.

El hurto de automotores aumentó 19 por ciento en 2017, según datos de la Asociación Mexicana de Instituciones de Seguros; durante 2016 las ratas de dos patas se llevaron 409 unidades, contra 484 del año pasado.

Hasta el columnista Matías Lozano tronó. Alzó la irritada voz. Escribió en blanco y negro su opinión: “¡Falso, la ciudad no es segura!”.

Por si fuera poco, la Secretaría de Seguridad Pública y Movilidad municipal de Aguascalientes incuba otro tipo de impunidad, al ceder el gobierno de las calles a choferes y constructoras de obras públicas y privadas.

De acuerdo a la ley, tránsito municipal, a cargo de José de Jesús Rodríguez Benavides, es la dependencia responsable de ordenar y regular la movilidad vehicular citadina, pero no es así. La semana reciente, Jaime González de León, diputado local del PAN, desbarrancó el automóvil del gobierno en una obra en construcción de CAASA. El accidente se debió a la “falta de señalización”, adujo el despistado.

En la bombardeada zona de avenidas Universidad y Miguel de la Madrid está un policía municipal que más bien parece maceta de corredor. La señalización para hacer menos riesgoso ese recorrido es deficiente e insuficiente. “Ceda el paso a un vehículo” de buen tamaño y en lugares estratégicos ayudaría a educar a prepotentes y desordenados. Los funcionarios municipales justifican su incapacidad, argumentando torpemente que “es obra de gobierno del estado”, como si ese territorio fuese soberano, similar al Estado Vaticano.

En Aguascalientes se regala impunidad de todos los colores y sabores. La Obra Humana fue una retórica de campaña, pueril y demagógica.

Porque alguien debe de escribirlo: Le están jugando el toro al revés a la alcaldesa Tere Jiménez Esquivel. Algunos funcionarios abandonan sus oficinas y sus deberes. No logran entender que el servicio público es una actitud de vida.

La exitosa presidenta municipal está pagando por la irresponsabilidad de sus colaboradores, como la mencionada en El Universal, la semana pasada; en este mundo de los muy vivos todavía pagan justas por pecadores, desgraciadamente.

Otro penoso caso de escasa rigurosidad laboral es el de Luis Enrique García López (Kike Galo), director de Recursos Humanos, quien se aprovechó del afecto de la alcaldesa, para desatender el changarro. El prepotente funcionario firmaba la nómina quincenal y se desaparecía, comentan al interior de la dependencia. Imitaba al Espíritu Santo: todos hablan de él, pero no estaba al alcance de los mortales.

Pero además, ignoraba los asuntos expresamente acordados por la presidenta municipal. Le valían gorro. Ya soñaba con el futuro pero desatendía el presente, el tiempo que permite comer, y bien, durante quince meses.

El tiradero de los subalternos del arrogante Kike Galo es mayúsculo; también hacen a un lado las indicaciones de Jiménez Esquivel. En esa parcela de Poder reina la peligrosa anarquía, para desgracia de los trabajadores, el principal activo de la administración municipal, se supone.

Hay otros temas que seguramente la alcaldesa capitalina no está enterada, porque la regla de oro es: “Tapaos los unos a los otros”.

marigra1954@gmail.com