Opiniones Portada rotador 

Carmelita Martín del Campo / Vale al Paraíso

No sé si exista justicia divina. Sí me consta que la férrea voluntad salta obstáculos, mueve montañas, aniquila resistencias, moldea consensos, reivindica honores y vitamina la memoria de la vida.

13 diputadas integrantes de la 63 Legislatura presentaron, en voz de la diputada Silvia Alaniz, una iniciativa de reforma a la Ley de Premios que Otorga el H. Congreso del Estado de Aguascalientes, para instaurar la “Medalla Mujer
Aguascalentense Carmelita Martín del Campo Ramírez”.

Pero además, propusieron que en el recinto de sesiones del Congreso fuera colocado el nombre de la recordada Carmelita en letras doradas para rendir merecido tributo a la dama que entregó su vida al desarrollo económico y al
servicio público de Aguascalientes.

La sensibilidad política de la Comisión de Gobierno, de la presidencia de la Mesa Directiva y de la Secretaría General del Congreso, a cargo del respetado maestro Aquiles Romero González, fue más allá de la propuesta femenina, y
ordenó la colocación de la placa —una copia de la original— donde se dejaba constancia de la ocupación del nuevo recinto oficial por la 51 Legislatura (1980-1982), el 13 de noviembre de 1982, y cuya integrante muy destacada fue
Carmelita, como cariñosamente se le conocía.

Su hija, Lula Martín del Campo, después de develar el bronce, lo miró con ojos de satisfacción. El reencuentro con el testigo de los tiempos le conmovió.

Estaba complacida. También emocionada.

La justa decisión de la 63 Legislatura le regresó al Congreso de Aguascalientes esa parte de su historia cercenada por la carroña política de los diputados integrantes de la 60 Legislatura, cuya mayoría ostentaba el PRI, que enviaron a la maloliente bodega —junto a las ratas de cuatro patas y los inservibles bienes muebles—, el bronce grabado con el nombre de la legisladora Martín del Campo Ramírez.

El metal desprendido de la pared del Palacio Legislativo desapareció de la bodega. Algún corrupto se lo llevó para venderlo. Seguramente obtuvo miles de pesos por el bien comprado con dinero del contribuyente.

Hoy, en el mural que sepultó aquel momento histórico de Aguascalientes, están pintados con brocha gorda los nombres del diputado Fernando Palomino Topete (presidente de la Comisión de Gobierno), Miguel Ángel Juárez Frías
(secretario general) y demás integrantes de la desmemoriada 60 legislatura, donde ni pío dijeron tres congresistas del PAN, una del PRI y una del PRD, por la violencia de género aplicada a la dama nacida en Zamora, Michoacán.

La escasa densidad intelectual de los depredador@s fue insuficiente para procesar la recomendación ofrecida por Voltaire, cuando reconoce que “Los hechos y las fechas son el esqueleto de la historia; las costumbres, las ideas y
los intereses son la carne y la vida de la misma”.

Carmelita fue la primera presidenta municipal (de Aguascalientes) que gobernó en México, de 1957 a 1959, por el voto de la ciudadanía en las urnas; la primera diputada al Congreso estatal en la 46 legislatura, de 1965 a 1968; y la
primera integrante, en calidad de síndico, del Cabildo de Aguascalientes 1984-1986, presidido por Miguel Romo Medina, hoy senador de representación proporcional.

Tarde o temprano el tiempo se encarga de poner a cada quien en su lugar, ¿no cree usted?

Porque alguien debe de escribirlo: El multicitado Miguel Ángel Juárez Frías anda entregando, como si fuera veloz repartidor de pizzas, míseros pastelitos entre las líderes de las colonias del oriente de la ciudad, particularmente, a las habitantes del distrito 16.

En su calidad de diputado a la 61 legislatura y como secretario general del Comité Directivo Estatal del PRI Aguascalientes, jamás se acordó de los necesitados de residencial Los Pericos, anexas y conexas. Menos gestionó ante las autoridades estatales y municipales las obras y los servicios públicos demandados por los habitantes de aquel punto de la ciudad capital.

Hoy quiere ser candidato priista a diputado local por segunda vez. Le disputa el dedazo al talachero regidor Netzahualcóyotl Ventura Anaya, quien por lo menos, durante las posadas, se puso guapo: les llevó bolos, tamales, buñuelos, cafecito del baratito, piñatas y el palo de escoba para pegarle a la botarga de su contrincante, supongo.

Juárez Frías amenaza con regresar al Poder Legislativo. Ya buscará la manera de mandar a la bodega la segunda placa alusiva a la ocupación del nuevo recinto oficial por la 51 Legislatura; de quitar las letras doradas de Carmelita Martín del Campo en el salón de sesiones; y de reformar la Ley de Premios que Otorga el H. Congreso del Estado de Aguascalientes, para desaparecer la “Medalla Mujer Aguascalentense Carmelita Martín del Campo Ramírez”.

La reivindicada Carmelita Martín del Campo merece respeto a perpetuidad.

No más violencia política de género.

marigra1954@gmail.com