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La economía de las desigualdades

«La desigualdad es el origen de todos los movimientos locales”: Leonardo da Vinci

El mundo es un lugar de consuelos y desconsuelos, de sueños y de agonías. Las últimas décadas han tenido ritmos verdaderamente acelerados, las cadenas de producción cada vez son más extensas, el enfoque del ser humano en su generalidad se ha basado más en la ostentación de lo material que en la consolidación de lo esencial como lo pudiese ser la salud o la preservación del medio ambiente que le rodea.

México no es la excepción, nuestro país es un lugar más en el mundo en donde la desigualdad es un problema más profundo que la misma pobreza.

En México podemos apreciar esas grandes residencias encriptadas en el lujo y en lo innecesario; y a un lado de esa residencia podemos observar una humilde casa, la cual es habitada por una familia numerosa en la que muy seguramente existe una desmembranza, en donde seguramente también existen problemas de adicciones, algún caso de una madre soltera y lo único seguro que existe es una gran preocupación por poder cubrir las demandas económicas inherentes a su humilde hogar.

Para Marx y los teóricos socialistas del siglo XIX, aunque no cuantificaban la desigualdad de esta misma manera, la respuesta no dejaba lugar a dudas: la lógica del sistema capitalista es amplificar incesantemente la desigualdad entre dos clases sociales opuestas, capitalistas y proletariados, tanto en el interior de los países ricos y pobres. Estas predicciones pronto fueron discutidas en el seno mismo de la corriente socialista.

“La desigualdad es esencial en la vida del hombre, no hay más rasero nivelador que el de la muerte”: Ramiro de Maeztu

El coordinador de senadores del Partido Acción Nacional, Fernando Herrera Ávila, comentó en su publicación mensual que la gente acostumbra a pensar en la pobreza como algo abstracto, no en una mirada esquiva y una familia con hambre, no en los desamparados que encontramos a diario en nuestras calles.

La pobreza se piensa en los demás. Parece que nadie se pregunta a sí mismo: “¿Qué haría si mis hijos y yo no tuviéramos para comer hoy, ni mañana, ni pasado mañana?” ¡Esa es la tragedia diaria para millones de mexicanos!

Hoy tenemos más pobres que en 2012 y en 2010, de acuerdo con las mismas fuentes que cita el Gobierno Federal. El dinamismo económico de estos días va a un ritmo profundamente acelerado, del mismo modo es muy importante resaltar que en la medida en la que la gente ignora los conceptos básicos del capital es más propensa a estar en un estado de vulnerabilidad.

Las cifras no mienten, de acuerdo con los resultados presentados por el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL) en el 2008 la medición multidimensional de pobreza, arroja que un 44.2 por ciento de la población mexicana era pobre, lo que equivalía a 47.2 millones de mexicanos y mexicanas que tenían por lo menos una carencia social y un ingreso insuficiente para adquirir un conjunto de bienes alimentarios y no alimentarios considerados básicos.

Para muestra clara de que la desigualdad sigue avanzando es que en el 2016 la CONEVAL dio referencia de que teníamos 53.4 millones de personas en pobreza.

Sin duda alguna la desigualdad y la pobreza se traducen en una batalla que no hemos podido ganar, una batalla que poco a poco se hace más extensa y más preocupante, ningún discurso puede detener al hambre, ninguna promesa de campaña alcanza a arrancar el problema de raíz.

El combate a la pobreza no es un asunto de caridad, sino una responsabilidad pública. La pobreza es un problema social, no es un problema individual.

Las políticas asistencialistas terminan por reproducir el círculo de la pobreza, la acción política debe servir para combatir a la pobreza, un problema que tiene muchas causas.

“El vicio inherente al capitalismo es el desigual reparto de bienes. La virtud inherente al socialismo es el equitativo reparto de miseria”: Winston Churchill

Aunque los conceptos de desigualdad y pobreza sean distintos, de un modo u otro se entrelazan, van de la mano y duelen igual.

Nuestro país es un nación considerada en vías de desarrollo, y ciertamente existen sectores que promueven y ejecutan el equilibrio, pero el dinamismo económico es más fuerte, la tendencia que expresan los expertos financieros es que más temprano que tarde la clase media desaparecerá, creo que en gran medida el problema central radica en la ignorancia que azota a la misma sociedad.

El dinero no soluciona los problemas de dinero, la inteligencia si, la educación sí.

Las tendencias económicas nos rebasan y nos alcanzan a todos, tarde o temprano, el equilibrio y la posibilidad descansan en lo solidario y en lo subsidiario.

La economía de las desigualdades radica en el principio de la ignorancia.