Opiniones Portada rotador 

La penosa y disfrazada irresponsabilidad del Gobierno de la República

El aumento a los precios de las gasolinas, el diésel, y la energía eléctrica, dictadas en este inicio del año 2017 por el Gobierno de la República, encabezado por el presidente Enrique Peña, ha permitido observar la condición deplorable que guarda la conducción de la política y de la administración pública federal en la actualidad. La confusión de ideas exhibida en el discurso político del presidente llega ya a un grado preocupante, ya que las decisiones y las acciones del gobierno se desprenden, precisamente, de lo que piensa el gobernante y de cómo procesa sus propias ideas.

Pareciera que lo que en el sentido común llamamos ‘lógica’ del pensamiento, se quiebra en las explicaciones que, día con día, están proporcionando nuestros gobernantes ante los problemas que padecemos y las alternativas de solución que presentan y aplican. Sigue siendo claro, considero, que, para muchos mexicanos, problemas graves como la violencia de la delincuencia organizada, o como el combate a la pobreza o a la misma corrupción, la educación y los maestros disidentes, etcétera, han pasado a un segundo plano, debido a que el problema que ocupa el primero está siendo la incompetencia del gobierno para atender y resolver esos problemas.

Una crítica constante de los priistas a los gobiernos de otros partidos ha sido señalar que no tienen ‘Visión de Estado’, que tampoco tienen ‘rumbo’, y que son ‘saltos al vacío’; dicen que sólo sus gobiernos sí saben gobernar. Desde hace ya buen tiempo, en los hechos, podemos comprobar lo contrario, como fue el caso del gobernador anterior de Aguascalientes, que pasó su sexenio ‘nadando de muertito’, sin asumir en toda la extensión su cargo.

La preocupación mayor, por lo tanto, ya está siendo el mismo presidente Peña y la forma como lleva su gobierno.

¿Cómo podemos comprobar esta circunstancia de confusión de ideas, de decisiones y estrategias equivocadas, de contradicciones? Tomemos algunos ejemplos para exponer la circunstancia: el mensaje del presidente del 5 de enero, se convierte en un resumen ilustrativo.

Al inicio del mensaje, Peña habla de los importantes retos del año 2017, y afirma que “Son retos para los que estamos preparados si los enfrentamos unidos”, y se dirige de inmediato al aumento del precio de gasolinas. Al concentrarse en este punto –“que las gasolinas se ajusten a su precio internacional”-, pierde de vista la perspectiva de lo que, en el fondo, está siendo la causa del descontento y malhumor social, que es el estilo de llevar el gobierno, como también las estrategias equivocadas en la aplicación de todos los ramos de las grandes reformas constitucionales. El aumento al precio de las gasolinas se convirtió en un ‘colmo’ que detonó el mal ambiente existente.

Enseguida dice que el aumento del precio de los combustibles se debe a que, en el último año, en todo el mundo, el precio del petróleo aumentó cerca del 60 %. Si es así, en la etapa en que bajó el precio del petróleo en el comercio internacional, ¿por qué no bajaron los precios de las gasolinas en el mercado nacional?

“El Gobierno no recibirá ni un centavo más de impuestos por este incremento”. Entonces, ¿a dónde va la parte del Impuesto Especial para la Producción y Servicios, IEPS, que se incluye en el nuevo precio, si no es a los programas que, supuestamente, dice que se colapsarían? “De hecho, mantener un precio artificial de la gasolina en 2017, como el que teníamos en diciembre, habría significado un gasto adicional de más de 200 mil millones de pesos”, que es la cantidad aproximada que, justamente, recaudará con el aumento del precio.

“En el pasado, otros gobiernos decidieron mantener artificialmente bajo el precio de la gasolina, para evitar costos políticos. Lo pudieron hacer porque el país producía más petróleo, que se vendía más caro que nunca en la historia y el Gobierno tenía ingresos excedentes”. En este punto olvida que estos gobiernos tuvieron una buena administración de los recursos que captaron, lo que les permitió un amplio margen de acción, que ahora ha desaparecido. El partido político que instituyó la estrategia populista y electoral de los subsidios en muchos renglones del gasto, llevándolos a grados extremos que contaminaron gravemente la economía y la política, ahora, después de 4 años de administración y de haber partidizado los programas energéticos para las elecciones de 2015 y 2016, prefiere señalar a los gobiernos anteriores panistas del daño causado al país por los muchos años de subsidios, que, efectivamente, no ha sido sencillo terminar para equilibrar nuevamente el gasto público, la economía y la política social.

Pasemos a otros elementos de respuesta en la comprobación de la confusión de ideas: si los problemas del país son causados en el exterior, como lo expresa, por qué nombrar como secretario de relaciones exteriores a una persona que, espontáneamente, en su primer mensaje, dice que “No conozco la Secretaría de Relaciones Exteriores, no soy un diplomático… Se lo digo de corazón y se lo expreso con humildad (al personal de la SRE): vengo a aprender de ustedes…”

También, en este mismo punto, el presidente Peña parece circunscribir la política exterior mexicana a la relación con el próximo presidente de los EUA, Donald Trump, como parece ser el motivo del nombramiento de Luis Videgaray.

Finalmente, un elemento clave: Sandra Rodríguez, en el sitio de la red SinEmbargo, 5 de enero, dice “No es Trump o Ford: es el modelo de México el que hace crisis, dicen académicos aquí y en el exterior… Es su extrema dependencia de lo que traigan los extranjeros. Y, sobre todo, Estados Unidos. Ese modelo, dicen, iba a tronar tarde o temprano. Trump sólo lo aceleró”, así como el incremento en el precio del combustible.

Peña termina sus mensajes pidiendo unidad, afirmando que vela por la estabilidad económica, que comprende y comparte el enojo, etcétera, pero de ahí no pasa. Es penoso observar cómo disfraza la irresponsabilidad.