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La navidad y el cambio personal y social/De Política una Opinión

“No creo que Dios exista”, le dijo el peluquero a su cliente el sacerdote, en conversación mostrada en un video que circula en las redes sociales y que he tomado en ocasión anterior para la reflexión navideña. Si Dios existe, continuó el peluquero, “por qué hay tantas personas enfermas, por qué hay niños abandonados… si Dios existiera, no habría tanto dolor para la humanidad…” Al salir de la peluquería, el sacerdote observa a un joven que tiene el pelo largo, lo invita a pasar, y le dice al peluquero “los peluqueros no existen… si existieran no habría personas con el pelo tan largo como el joven…” La respuesta del peluquero fue que “el peluquero sí existe, el problema es que las personas no vienen hacia mí…” (YouTube, El barbero y Dios). La conclusión ahora es ¿qué significado tiene el ‘acercamiento’ a Jesús? ¿el ‘acercamiento’ resuelve los problemas?

En su homilía del Tercer Domingo de Adviento, el pasado 13 de diciembre, el Papa Francisco centró su mensaje en la pregunta que hicieron en momentos distintos tres categorías de personas, como es la muchedumbre en general, los cobradores de impuestos -publicanos-, y los soldados, a Juan el Bautista: “¿Qué debemos hacer?” (Evangelio de San Lucas, Capítulo 3). Dice el Papa: “La respuesta de Juan a la pregunta de la muchedumbre es el compartir los bienes de primera necesidad: «El que tenga dos túnicas, dé una al que no tiene; y el que tenga qué comer, haga otro tanto» (v.11). A los cobradores de impuestos, dice, no exigir nada más de la suma debida (cfr. v.13), ¿qué quiere decir esto? No hacer sobornos, es claro el Bautista; y al tercer grupo, a los soldados, les pide no extorsionar nada a ninguno, sino contentarse con sus pagos (cfr. v.14). Son las tres respuestas para las tres preguntas. Tres respuestas para un idéntico camino de conversión, que se manifiesta en empeños concretos de justicia y de solidaridad. Es el camino que Jesús indica en toda su predicación: el camino del amor hecho para el prójimo” (Noticias del Vaticano, en la red).

¿Por qué habla el Papa Francisco del camino de conversión? ¿Por qué el sacerdote y el peluquero hablan de acercamiento? Porque los problemas de las sociedades, como son las personas enfermas, los niños abandonados, la pobreza, las guerras, el dolor de la humanidad, etcétera, tienen que ver, precisamente, con dos necesidades: la vivencia de los valores humanos, y el cambio de vida personal y social. Dice el Papa “es necesario cambiar la dirección de marcha y emprender el camino de la justicia, de la solidaridad, de la sobriedad: son los valores imprescindibles de una existencia plenamente humana y auténticamente cristiana. ¡Conviértanse! Es la síntesis del mensaje del Bautista”.

En este escenario, es importante comprender que la solución a los problemas que viven las personas requiere de la participación de los dos sectores fundamentales de la sociedad: la sociedad civil y la sociedad política, el gobierno. La muchedumbre representa hoy a la sociedad civil, y los cobradores de impuestos y los soldados, representan al Estado-gobierno. Ambas partes deben vivir el cambio de camino como conversión de vida: la vivencia de la justicia, la solidaridad y la sobriedad.

La celebración de la Navidad no debe quedar circunscrita a la religión cristiana: ‘acercarse’ a Dios es percibido por muchas personas como algo que tiene poco significado para la solución-salvación de los problemas comunes. Todavía más, ‘rezar’ no sirve de mucho. Queda claro que el punto importante consiste en qué valores son los que estamos aplicando en nuestra vida en las sociedades civil y política, independientemente de en qué religión los ubicamos. En cierta forma, el Evangelio citado y el mensaje del Papa Francisco están directamente apuntados a lo que estamos haciendo en nuestra vida, en la relación con los otros y con la sociedad.

Navidad, como la hemos conocido, es el recuerdo de una pareja de peregrinos que obedece la instrucción del gobierno para participar en el censo de población, y que, en su pobreza, se hospeda en el pesebre del mesón donde se encuentran los animales, y es ahí donde nace Jesús y a donde acuden los pastores y los reyes de oriente, para reconocerlo. El escenario, por lo tanto, conjunta la política y el gobierno con la sociedad civil.

¿Qué significa el cambio y la conversión de vida? En definitiva, resolver los problemas que nos aquejan, dejando de lado acciones civiles y políticas de gobierno, que no están beneficiando la vida de la sociedad. Dice el Papa Francisco en su alocución: “en estas advertencias de Juan Bautista comprendemos cuáles eran las tendencias generales de quien en aquella época tenía el poder, bajo las formas diversas. Las cosas no han cambiado tanto. No obstante, ninguna categoría de personas está excluida de recorrer el camino de la conversión para obtener la salvación, ni siquiera los publicanos considerados pecadores por definición. Ni siquiera ellos están excluidos de la salvación”.

Es decir, y pasando de la generalidad a la particularidad, los gobernantes que tenemos en México y en Aguascalientes, no quedan excluidos de llevar a cabo la conversión. Veamos la salvación con su significado preciso que tiene, exactamente, que es la solución de los problemas que vive la sociedad, y no algo que es asunto del ‘otro mundo’.

La exclusión que viven muchos grupos sociales, es el elemento clave de los problemas de salud, de alimentación, de educación, de vivienda, etcétera; el cambio personal y social tiene sentido y dirección hacia los excluidos, para integrarlos, en verdad y realidad, en los beneficios del progreso. ¿Qué debemos hacer? La conversión está orientada, entonces, en dejar de hacer política y socialmente lo que excluye a muchos, para hacer -en los hechos-, todos juntos, lo que eleva el bienestar de vida de toda la sociedad, resolviendo los problemas con justicia y solidaridad.

Por: Abelardo Reyes Sahagún