El arco y la lira, 2ª parte

El arco y la lira, de Octavio Paz. Sus párrafos nos llevan en los ríos de la estética. Refiere el atributo del lenguaje desde su naturaleza simbólica, la razón es simple, consiste en representar un elemento de la realidad por otro, como ocurre en las metáforas. En este mérito el lenguaje es poesía en estado natural. El lenguaje es un instrumento mágico, esto es, algo susceptible de cambiarse en otra cosa y de transmutar aquello que toca. ¡Cuidado! el habla es sustancia o alimento del poema, pero no es el poema.

Podemos distinguir, el poema es una tentativa para trascender el idioma; en tanto que las expresiones, viven al mismo nivel del habla y son el resultado del vaivén de las palabras en las bocas de los seres humanos.

El habla es el lenguaje social, se concentra en el poema. La magia de la creación tiene su génesis en un conversatorio violento sobre el lenguaje. Por un lado, se opera un desarraigo de las palabras. La genialidad poética las arranca de sus conexiones y menesteres habituales: separados del mundo, los vocablos se vuelven únicos, como si acabasen de nacer. Luego, regresa la palabra: el poema se convierte en objeto de participación. Dos ímpetus antagónicos moran el poema.Pero además el poema tiene consistencia de lectura y recitación: participación. El círculo es simple: poeta lo crea, el pueblo cuando lo recita lo recrea.

El poeta y el lector son dos momentos de una misma realidad. Nunca el poeta abandona su comunidad, cualquiera que ésta sea. El poema se alimenta de los lenguajes comunes de los pueblos, de sus mitos, sus sueños y sus pasiones, esto es, de sus tendencias más secretas y poderosas. El poema es una suerte de “bola mágica” que nos permite ver quiénes somos, pero al propio tiempo nos invita a ser eso que somos.

En el tema del Ritmo, Paz pone en relieve como se hilvana el movimiento del idioma con las frases poéticas hechas en el uso cotidiano de aislar las palabras y no únicamente viéndolas como un constructo gramático, es decir, dividir por frases en palabras,  éstas en sílabas y letras.El lenguaje como el universo, es un conjunto infinito de átomo-palabra, llamadas y respuestas, flujo y reflujo, unión y separación, inspiración y espiración. Unas palabras se atraen, otras se repelen y todas se corresponden.

El habla es un conjunto de seres vivos, movidos por ritmos semejantes a los que rigen a los astros y plantas. La savia nueva fluye en los sueños, el delirio, la hipnosis… estados de relajación de la conciencia que favorecen el emanar de las frases. Dice que el delirio es el estado en el que las inteligencias chocan y brillan. Existe una aparición de frases caídas del cielo. Así pisamos una zona armónica. Todo se vuelve fácil, todo es respuesta tácita (implícita, virtual), alusión esperada. Se siente que las ideas riman. Entrevemos entonces que pensamientos y frases son también ritmos.

“Trabajar el pan de este poema”, este trabajo verifica los hechos y los utiliza. Las palabras acuden se acoplan unas con otras, hacen su fiesta, las reglas de esta fiesta, las uniones, las separaciones deben regirse por afinidades. En todo fenómeno verbal se encuentra el ritmo, las correlaciones y las repugnancias atienden principios rítmicos, el modelo para la creación es el ritmo que mueve a todos los idiomas. El poema, es un conjunto de frases, un orden verbal, fundado en el ritmo, el cual es una dirección, un sentido del que siempre se está en espera que algo suceda. El ritmo es repetir y recrear un instante.

La métrica es un modelo que permite y asegura que cada verso tenga las sílabas y acentos requeridos. La métrica rompe la imagen, pero es condición inconmovible que la imagen no debe ser rota, entonces se debe regresar al lenguaje para la evocación de las imágenes. La aprehensión (comprensión, percepción) del poema es simultánea: visual (imágenes suscitadas por el texto), sonora y espiritual.

Las imágenes son productos imaginarios, son figuras reales o irreales que evocamos o producimos con la imaginación. Nos referimos a la palabra imagen como toda forma verbal, han sido clasificadas por la retórica como metáforas, alegorías, juegos de palabras, símbolos, mitos, fábulas, etc. Octavio Paz señala el principio de contradicción complementaria: vida-muerte, suave-duro, dice que si en un poema se mencionan piedras (nosotros hacemos la inferencia de que estas son pesadas porque las conocemos y porque hemos tenido alguna relación con ellas) sin embargo señala que si hay algo pesado debe haber algo ligero.

El arco y la lira es un texto esencial para degustar este mundo que nos ha tocado vivir. La vida florece en la vivencia.

Por: Ignacio Ruelas